19 abr. 2024

Expertos advierten de epidemia de opiáceos entre los jóvenes estadounidenses

Miami (EE.UU.), 3 jul (EFE).- El consumo de fármacos y opiáceos en Estados Unidos se ha incrementado de manera sustancial en los últimos años y se ha convertido de nuevo en un problema que impacta de manera dramática entre los jóvenes, afirman los especialistas.

Un reciente informe de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estadounidenses reveló que el uso sin fines médicos de opioides de prescripción (medicamentos con efectos análogos a la morfina) aumentó más del doble en la pasada década. EFE/Archivo

Un reciente informe de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estadounidenses reveló que el uso sin fines médicos de opioides de prescripción (medicamentos con efectos análogos a la morfina) aumentó más del doble en la pasada década. EFE/Archivo

Al menos 78 estadounidenses mueren cada día a causa de sobredosis de opiáceos, que incluyen los medicamentos recetados para el dolor y la heroína, y en 2014 -el último año del que se tienen datos oficiales- más de 28.000 personas perdieron la vida por esta razón, de acuerdo con cifras de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.

El consumo de opiáceos en Estados Unidos alcanza ya el grado de “epidemia” y “ha tomado” sobre todo a la generación de los “millennials”, es decir aquellos jóvenes nacidos en las dos últimas décadas del siglo pasado, dijo hoy a Efe el director asistente del centro de rehabilitación Ocean Breeze Recovery, en Pompano Beach (Florida), Marc Romano.

“He visto un enorme incremento de abuso de opiáceos en jóvenes”, indicó Romano en referencia a esas sustancias extraídas de la cápsula del opio, al tiempo que señaló que las cifras oficiales respecto al abuso de estos medicamentos de prescripción médica “son alarmantes”.

Un reciente informe de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estadounidenses reveló que el uso sin fines médicos de opioides de prescripción (medicamentos con efectos análogos a la morfina) aumentó más del doble en la pasada década.

La investigación encontró que entre 2012 y 2013 casi 10 millones de adultos en el país (4,1 % del total de la población adulta) usó medicamentos opioides como OxyContin y Vicodin de una forma contraria a la prescrita, una cifra superior al 1,8 % registrado entre 2001 y 2002.

Romano señaló que muchos de los pacientes que atiende “empiezan de manera recreacional en la secundaria” a tomar esas drogas y luego desarrollan una adicción, que trae como consecuencia la pérdida de trabajo o de los estudios, además de cambios de ánimo, irritabilidad, sueño profundo o problemas con familiares y amigos, entre otros.

El especialista hizo énfasis en el caso de los jóvenes “millennials”, que “tienden a fumar más marihuana y beber más alcohol, y combinar eso con opiáceos”, lo que incrementa el riesgo de sobredosis.

“Si miras a la generación ‘millennial’, experimentan una significativa ansiedad y los opiáceos ayudan a enmascarar síntomas, a automedicarse sentimientos, a sentirse mejor y alejar cualquier dolor emocional”, explicó Romano, también licenciado en Psicología Clínica.

El experto explicó además las características de una intoxicación con opiáceos, casi imperceptible para quien la está sufriendo.

“Toman más y más y no se dan cuenta de que la respiración y el ritmo cardiaco van más lentos, y finalmente la respiración se detiene”, detalló.

Las muertes por el uso inapropiado de opioides, tanto de los prescritos como de los obtenidos de forma ilícita, se cuadruplicó entre 1999 y 2014, de acuerdo con cifras de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.

Los CDC instaron este año a la comunidad médica a evitar prescribir opioides para tratar a pacientes con dolores crónicos y recomendó a los médicos utilizar la dosis más baja posible, además de observar de cerca el progreso de los pacientes a los que se les ha recetado este tipo de medicamentos.

“Probablemente muchos doctores no son conscientes de la epidemia, de los síntomas, y cree en la honestidad del paciente”, señaló el facultativo.

Pero lo cierto es que, según el informe de NIH, la cifra de personas que cumplen con los criterios para ser considerados adictos a los opioides en Estados Unidos ha aumentado durante la última década y ahora asciende a 2,1 millones de adultos.

Entre los opioides cuyo consumo se ha extendido figura el fentanilo, un poderoso analgésico, que se usa también para “cortar” la heroína, con el consecuente riesgo de muerte por sobredosis.

Un informe de la Agencia Federal Antidrogas (DEA) de Estados Unidos publicado esta semana refleja que las muertes vinculadas a opiáceos sintéticos como el fentanilo y otros productos análogos se dispararon un 79 % en sólo un año, de 2013 a 2014.

En marzo pasado, la Casa Blanca anunció la creación de un fondo dotado con 11 millones de dólares para ayudar a las autoridades locales en el tratamiento médico contra la adicción a los analgésicos opiáceos y la heroína.

Romano saludó este tipo de iniciativas, que en su opinión han de ir acompañadas de otras acciones en los hogares y de una mayor proactividad de parte de la población, pues a su juicio en Estados Unidos “no se está viendo mucha comunidad protestando al Gobierno pidiendo más recursos y herramientas para afrontar esta epidemia”.

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