Entre las tantas discusiones surgidas en torno a los lamentables sucesos registrados esta semana en la Cámara de Senadores, entre los grupos pro y contra enmienda, me llamó la atención el debate referente a que si lo ocurrido fue una “estrategia” política o un “golpe” parlamentario.
Más allá de los argumentos esgrimidos por los usuarios de las redes, muchos de ellos válidos y hasta interesantes para la reflexión, se podía reconocer que las opiniones tenían como lógica de conducción la relativización y flexibilización de hechos, principios y legislaciones. Es como si la verdad sobre estos sucesos no existiese, y todo dependiera del lado en el que uno se encuentre.
Y es así que políticos, profesionales del derecho, cartistas, efrainistas y militantes de izquierda, entre otros, adaptan sus discursos a la “coyuntura”, mirando solo las explicaciones y justificaciones que convienen al candidato, partido o agrupación de su preferencia. Pocos plantean una posición de autocrítica. A estos también se suman periodistas y sus medios, por lo que se torna difícil encontrar a quienes exponen de forma seria las responsabilidades de cada sector, más allá de su rechazo o afecto a Cartes, Lugo o Efraín Alegre, y sin una mirada maniquea.
Aquí, ambos grupos juegan con cartas maquiavélicas, y en realidad a ninguno le interesa la Constitución Nacional, sino asegurar una candidatura determinada; apuntan al objetivo utilizando todas las herramientas a mano; muchas legales, pero nada legítimas ni éticas. El juego sucio está a la orden del día. Por ello, observando el itinerario de los hechos, las expresiones y acciones de senadores y líderes políticos, no podemos suponer que uno se diferencie del otro, pues se manejan con la misma lógica aunque en veredas distintas.
No obstante, corresponde tomar postura, analizar los hechos buscando la verdad, que sí existe y debe ser expuesta. ¿Se justifica el manoseo interpretativo de la Constitución? ¿Es justo hacerlo con el argumento de que ‘la gente debe decidir’? ¿Por qué, para la prensa, cuando algunos tienen mayoría es “estrategia” y cuando otros la tienen es “golpe”?; estas y otras preguntas también deben salir, sin temor a los calificativos, con miras a reclamar lo que corresponde, el diálogo y el sano disenso.
Los niveles a los que se ha llegado en esta lucha política, donde la ambición se mezcla con el odio, la prepotencia, la corrupción y la desfachatez, no son más que el reflejo de la crisis que vive el ser humano de hoy; quien, cegado por la ideología o unos cuantos billetes, olvida de que no le sirve de nada arrasar, pisotear y ganar el mundo entero si al final se pierde a sí mismo, y con ello toda su dignidad y libertad, y hasta la propia paz.