Miles los islamistas peligrosos a los que las fuerzas de seguridad de todo el continente consideran capaces de perpetrar un atentado, como el que tuvo lugar el miércoles en Londres, en diciembre en Berlín o hace justo un año en Bruselas.
Muchos de ellos son los llamados “retornados”, ciudadanos y residentes europeos que han combatido en las filas del Estado Islámico (EI) y regresado luego a su país de origen. Otros son miembros de redes islamistas. Algunos, los menos, son yihadistas extranjeros que han ingresado en Europa camuflados entre las oleadas de refugiados. Y luego están los “lobos solitarios”, individuos que se han radicalizado sin abandonar su comunidad ni llamar la atención de las fuerzas de seguridad.
“La amenaza que supone el terrorismo islamista sigue siendo una de nuestras principales preocupaciones”, señalaba tan solo hace unos días el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni. “Pese a que el 2017 será el año de la derrota militar del EI, la amenaza yihadista no acabará”, agregaba casi en la víspera de que el terror volviese a materializarse en Europa.
El director de Europol, Rob Wainwright, cree que “Europa se encuentra en este momento frente a la mayor amenaza terrorista desde hace 10 años”.
RETORNO RADICALIZADO. En una entrevista publicada por el diario alemán Neue Osnabrücker Zeitung, estimaba que entre 3.000 y 5.000 europeos habían ingresado desde el 2014 en el EI, habían combatido con los islamistas y luego –en un número indeterminado– habían vuelto a sus hogares radicalizados y endurecidos por la experiencia militar. “El creciente número de estos soldados extranjeros supone un reto totalmente nuevo para los países de la UE”, aseguraba.
A este respecto, el Centro Internacional para el Contraterrorismo (ICCT) de La Haya estimó a mediados del año pasado en un extenso informe de 149 páginas que en Europa había ya al menos entre 1.200 y 1.300 retornados.
Son alrededor del 30% de los cerca de 4.000 europeos que calcula que en los últimos años han abandonado sus países y marchado a Siria e Irak, han recibido instrucción militar con el EI y han combatido con los yihadistas. Luego, con instrucciones o no de atentar en sus países de origen, han regresado a casa y se encuentran, en la mayoría de los casos, bajo el radar de los servicios secretos. Según este estudio, los países europeos que más militantes han aportado a la yihad en Oriente Medio son Bélgica, Francia, Alemania y Reino Unido.
ACORRALADO EN SIRIA. Esta intensa ofensiva yihadista parece que intenta paliar, al menos propagandísticamente, un terreno fundamental para ISIS, las derrotas y la pérdida de territorios bajo su control en Siria y, especialmente, en Irak. En Siria, ISIS tiene abiertos varios frentes: las fuerzas kurdo-árabes apoyadas por EEUU avanzan con buen paso hacia la “capital” del “califato”, Al Raqa, mientras aviones turcos bombardean otro importante bastión yihadista, Al Bab, y en el este de Homs se enfrentan al Ejército sirio, que tiene cobertura aérea de la aviación rusa.
De hecho, la presión sobre el terreno redujo a 7 el número de asesinados por los extremistas en Siria en noviembre pasado, la cifra más baja desde la proclamación del “califato”, el 29 de junio del 2014.