ITAPÚA
Suena el metálico golpe del cincel con el mazo de madera en la mañana de mucho calor en Trinidad; siguiendo los golpes, sentada sobre una enorme piedra, Vicenta Giménez está irreconocible; un tapabocas cubre su diminuto rostro, evitando que el polvo que salta de la piedra penetre en los pulmones.
Debajo de un gran árbol y al amparo de la sombra está trabajando. Sonríe al ver caras conocidas desde años atrás y rápidamente se pone a tratar de ordenar ese hermoso desorden para que tomemos lugar.
Nos sentamos al lado de una piedra donde fue tallada la Santísima Trinidad, pedido que no ha sido retirado, como otras varias obras, hermosas todas, en piedra y madera, que permanecen en el lugar aguardando su dueño. “Pero son más las que se van que las que se quedan; me piden autoridades, embajadas, personalidades de la monarquía de distintos países que han visitado mi casa y encargado pedidos”, relata.
La rodean sus herramientas, un viejo gato blanco y su pasión por el tallado. “Al ver una raíz o una piedra ya tengo en mi cabeza qué es lo que voy a tallar o esculpir; muchas veces buscando una figura aparece otra”, cuenta.
Pero en estos días Vicenta se encuentra sumamente ocupada. “Orgullosa estoy; me han pedido que talle la Santísima Trinidad en piedra, y se va a colocar en el arco principal del ingreso a mi pueblo; cada vez que pase voy a poder observar mi obra”, comenta muy emocionada.
OBRA. Se conmueve cuando cuenta que la piedra que hoy se está tallando se sacó muy cerca de la casa en donde nació, barrio Santa María, del distrito de Santísima Trinidad, y que este material llegó a su vivienda actual en un camión que tenía una enorme grúa que fue la que la depositó en su patio, ya que la piedra pesa alrededor de unas 5 toneladas y tiene tres metros de largo.
La piedra está tomando vida con la aparición del rostro de Jesús, el Cristo y otros detalles.
“Las manos están siendo talladas aparte; después la figura totalmente va a salir de la misma piedra. Es muy emocionante para mí estar haciendo esta obra para mi pueblo; lamentablemente la Municipalidad está muy apurada para que la termine; hubiese querido más tiempo para no trabajar con tanta presión”, se resigna Vicenta.
Comentó que le cuesta mucho realizar la parte del cabello del Cristo, debido a que debe de trabajar casi acostada porque no puede mover la piedra, ya que la cabeza de la obra quedó en el suelo.
Afirmó también que esta es la escultura más grande que le ha tocado hacer.
TALLER. Su nuevo lugar de trabajo es de techo de chapa, sostenido con vigas, postes y varillas de madera de eucaliptus, un simple piso lecherado y sus inseparables herramientas, muchas de ellas fabricadas por la propia escultora. “Nada de máquinas eléctricas, todo a mano y a los golpes”, finalizó.