Los detalles de la situación y del futuro que se avecinaba me dejaron totalmente convencida de que tenía una clara y responsable visión de la situación, y que ese era el camino a seguir.
Compartí con él un interesantísimo artículo compartido por José Bergues, Past President de ADEC recientemente, quien con sus flamantes 80 primaveras no deja de alimentarnos con sabiduría inigualable cada semana. Era una entrevista al ministro de Finanzas del Reino Unido, George Osborne, en la prensa brasileña, en la que relata las medidas de austeridad tomadas en Inglaterra, hoy por hoy una de las economías más prósperas de Europa y del mundo. Toda la entrevista es sin desperdicios, pero lo mejor, y lo que considero una excelente lección de liderazgo, son las justificaciones para su actuar. “La gente puede juzgarme por acertar o errar, pero no quiero que digan que yo sabía cuál era la decisión correcta y no tuve el coraje de tomarla por no ser impopular”, dijo.
El liderazgo es siempre un difícil equilibrio entre ser popular y hacer lo correcto, ya sea en la política como en el sector privado. Por eso no es de extrañar que los líderes tengan que lidiar con grandes contradicciones como las que me planteaban y que necesiten tener mucho coraje.
Ser popular, admirado y seguido por la gente produce un beneficio de corto plazo, muy centrado en la persona; hacer lo correcto trae beneficios a largo plazo que perdurarán en las organizaciones. Hay que animarse porque es la única forma de hacer cambios.
Pasado el trago amargo, cuando los resultados se vean, la gente sabrá valorar a quienes hicieron lo correcto.