El gran desafío para Paraguay es el financiamiento de estos importantes objetivos. En este momento, se observa que la principal fuente proveedora de ingresos para ese propósito es la emisión de bonos soberanos, cuando que en realidad, la fuente genuina de un Estado son los impuestos, sobre todo teniendo en cuenta la baja presión tributaria vigente en nuestro país. Más aún si consideramos que grandes sectores de la producción y con alta rentabilidad pagan pocos gravámenes.
Dado el monto ya comprometido y la proyección de endeudamiento futuro, cabe que el Gobierno plantee una discusión más profunda y transparente acerca de qué financiar con los bonos y de dónde se conseguirán los recursos para realizar el pago luego de los vencimientos.
Lo que al recibir es color de rosas puede convertirse en serias dificultades a la hora de honrar los compromisos asumidos, porque ello tendrán que hacer los gobiernos futuros con dinero de los impuestos que ahora, en gran medida, sirve tan solo para cubrir los salarios de funcionarios públicos.
El Gobierno debe ser claro en financiar acciones que redunden en beneficio de un crecimiento sostenido y de calidad, de manera que el esfuerzo que realice el país se vea reflejado en un mayor bienestar.
En los últimos años, la mayor parte del gasto público se dirigió a funcionarios, muchos de los cuales no tienen funciones bien definidas ni las competencias adecuadas para ocupar los cargos que les fueron asignados. Está de más señalar la relevancia de un mayor y mejor control para reducir la corrupción.
En segundo lugar, el Gobierno debe dejar en claro cuál será el impacto futuro de este endeudamiento. Debe informar a la ciudadanía cuándo será necesario aumentar los impuestos para cumplir con las obligaciones contraídas y qué propuesta tiene para ello. El peligro es que sean de nuevo la clase media y los pobres quienes hagan el mayor esfuerzo en este sentido, teniendo en cuenta la inequitativa estructura tributaria actual.
Antes de continuar endeudando al país, deben analizarse con mayor profundidad los alcances y consecuencias de la deuda. El desarrollo del país debe financiarse con tributos en primer lugar y, posteriormente, recurrir al endeudamiento. Por ahora, eso no asoma en el horizonte.
Una deuda mal planificada puede contribuir a profundizar aún más las desigualdades y a empeorar la calidad de vida de la población, no solo porque se ejecutó mal, sino porque su pago se transfirió a las generaciones futuras o a los grupos menos favorecidos por la misma.