Estas palabras desesperadas las pronunciaba en un encuentro informal la gerente de RRHH, de 38 años, de una gran compañía de más de 500 personas, muchas de ellas muy jóvenes.
Es que a la generación X (hasta 38 años), que ahora se encuentra en las posiciones de jefaturas y gerencias, ya le estaba costando gestionar a la famosa generación Y (entre 20 y 28 años), y le aparece la generación Z, ingresando entre los 18 y 20 años al mundo laboral.
Es toda una batalla nueva por el talento la que libran las empresas hoy, un talento que ya no está esperando que le ofrezcan trabajo, ni cree que haya alguna “empresa wow” en la que trabajar, sino que analiza y elige con la mira puesta en su propio plan de vida. Por eso nos sentimos entrevistados y recibimos preguntas que no sabemos responder. A estos jóvenes les interesa entender, además de lo que ya perciben de las empresas a través de sus productos, su comunicación y su conducta, de qué manera ese trabajo va a permitirle un buen balance con su vida personal, qué experiencias van a vivir siendo parte de esa organización, y a qué innovaciones y a qué tecnología van a acceder por medio de ese trabajo.
¿Y qué hacemos?, preguntó. Fijate en tus sobrinos, los hijos de tus amigos, tus hermanos menores. Así como eligen y desechan marcas o productos cuando sienten que no es cierto lo que prometen, así eligen dónde trabajar, porque las empresas y organizaciones hoy se ven como marcas empleadoras con atributos claros, de acuerdo con cómo se presentan, cómo actúan o cómo son sus líderes. Y a eso le llaman tener onda o no.