De sus últimos libros deseo recordar la traducción al guaraní del libro Don Quijote de la Mancha, de Miguel Cervantes Saavedra.
Y, también una obra colosal editada con todo lujo de papel, diagramación y fotos, con el título Camino Guaraní- Guaraní Rape, con el subtítulo “De lejos venimos, hacia más lejos caminamos – Mombyrygui niko jaju, mombyryvénte jaguata”.
“Los guaraníes, afirma Meliá, están ciertamente amenazados; las sociedades que hasta ellos han llegado en tiempos de la Colonia y después de las independencias nacionales del siglo XIX, han pensado que “ellos” o “nosotros” y no han cesado en negarles los territorios que necesitan para continuar siendo lo que son.
El genocidio de los guaraníes, con periodos de alta o baja intensidad no ha cesado, desde aquella fundación de Asunción en 1537, madre de mestizos, “mancebos de la tierra” y madrastra también de otros muchos guaraníes que ya no lo quieren ser.
La historia colonial no es sino la historia de la destrucción de la nación guaraní. Guaraní ijukapyrama, los que han de morir, los condenados de esas tierras, han repetido en diversos tonos los advenedizos.
Una parte de esa sociedad se ha formado haciendo alarde de su ignorancia y soberbia, dos nombres de la misma insensatez. Han persistido en querer civilizar a los guaraníes, los han querido educar para que fueran otros. Para que no fueran nadie. Y quien es “nadie” no tiene derechos.
Pero los guaraníes han aumentado demográficamente en las últimas décadas, han resistido y han persistido en todos los países en donde están, insisten en vivir en su buen vivir y son utopía de pies en el suelo que todavía tiene un lugar entre nosotros.