24 abr. 2024

Entre el fuego y el hielo, en promedio tibio

Por Alberto Acosta Garbarino Presidente de Dende

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Alberto Acosta Garbarino

Basta conversar con referentes de los diversos sectores empresariales y productivos para darnos cuenta del gran malestar que siente la mayoría de ellos, con la marcha de la economía paraguaya.

El sector agropecuario va a tener una reducción en sus ingresos de un mil millones de dólares, como consecuencia de la caída de los precios internacionales de nuestros productos de exportación.

Los comercios ubicados en la frontera con el Brasil han visto una reducción en sus ventas de más del 40%, por la recesión de la economía brasileña y la suba del dólar en el vecino país.

Los supermercados tienen sus ventas estancadas, como consecuencia del enorme contrabando proveniente de la Argentina debido a la dualidad cambiaria de dicho país.

Los importadores se quejan amargamente de que sus ventas se han reducido en un 6,5%, de nuevo por el contrabando de la Argentina y ahora por la suba del dólar en nuestro país.

Las empresas constructoras vinculadas a las obras públicas expresan de todas las formas su descontento con la lentitud exasperante del Gobierno, en la ejecución del presupuesto de inversiones.

Casi no existe gremio que de una u otra forma no se encuentre descontento con la situación actual.

Por otro lado, en estos días tanto el Banco Central como el Fondo Monetario Internacional publicaron sus estimaciones de crecimiento del PIB del Paraguay para el 2015.

El Banco Central mantuvo su estimación de un crecimiento del 4,5% y el Fondo Monetario Internacional la de un 4%. Dende en los próximos días va a publicar la suya, pero la misma no estará muy lejos de las cifras mencionadas.

Esta situación de descontento general por un lado y de estadísticas positivas por el otro, hace que mucha gente descalifique y descrea las estimaciones elaboradas por las diferentes instituciones.

Pero lo que ocurre con el cálculo del PIB, es que el mismo toma todos los sectores y ahí nos encontramos que existen importantes actividades económicas que continúan creciendo.

Por citar algunas: la industria manufacturera va a crecer más del 6%, especialmente los frigoríficos y las aceiteras; la industria de la construcción crecerá por encima del 10% gracias a las grandes obras privadas que se construyen en todo el país; el sector financiero se va a frenar un poco pero tendrá una expansión del 12%; y en el sector de las comunicaciones se proyecta un crecimiento del 4%.

De esta suma y resta es de donde sale que en promedio el crecimiento del PIB del Paraguay en el 2014 va a estar en torno al 4%. Es cierto que el promedio puede ser mentiroso en el sentido que no refleja la verdadera situación de un sector en particular. Es famosa la frase que dice: “si tengo un pie en el fuego y el otro pie en el hielo, estoy bien, porque en promedio estoy tibio”.

Para distorsionar aún más la realidad, tenemos que recordar que la medición del producto interno bruto (PIB, solamente mide la producción de bienes y servicios de un país en un año y para convertirla a dinero se multiplica por el precio en el año tomado como base que en el caso del Paraguay es 1994.

Por ejemplo: en el caso de la soja, este año la producción va a ser muy similar a la del año pasado –un poco más de 8 millones de toneladas– con lo cual el crecimiento va a estar cercano a cero, sin embargo, en la práctica, los productores agropecuarios van a recibir un mil millones de dólares menos, debido a la caída en el último año de los precios internacionales, lo que significa para ellos un resultado muy negativo.

Este artículo no tiene como objetivo descalificar la importancia del PIB, que para mí sigue siendo un importante indicador de crecimiento económico y también de bienestar de la población.

Pero como todo indicador tiene sus límites y debe ser completado con otros indicadores, para tener un diagnóstico más completo de la situación económica y social del país.

Esto debe entender el líder político, empresarial y social.

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