“Comprendo los aspectos de seguridad”, dijo a la AFP Debbi Corfield, una británica que se encontraba en el aeropuerto de Doha, en Catar, una de las plataformas afectadas por el veto estadounidense.
Pero “el problema llegará cuando necesite trabajar a bordo, ya que mi tiempo de trabajo se reducirá”, añade esta consultora del sector médico, que viaja al menos tres veces al año a Estados Unidos por razones de trabajo. Según ella, su empresa y muchos de sus compañeros se verán sin duda “afectados” por esta medida.
En el aeropuerto de Dubái, uno de los más frecuentados del mundo, el personal de la compañía nacional Emirate explicaba a los pasajeros la prohibición y presentaba “las actividades de ocio” previstas después del check-in.
El veto entra en vigor, en este aeropuerto y otros del Golfo, en un fin de semana muy concurrido en el que se esperan 1,1 millones de pasajeros entre el viernes y el domingo. En este aeropuerto que acoge el mayor número de pasajeros internacionales del planeta, algunos padres fruncían el ceño.
Las autoridades estadounidenses prohibieron llevar ordenadores y tabletas en la cabina de los aviones de los vuelos de nueve compañías aéreas provenientes de diez aeropuertos internacionales de países árabes y de Turquía, alegando un riesgo de atentado.