Lo que se espera de cualquier hospital público o privado es la máxima responsabilidad para que los enfermos que recurren en busca de respuestas satisfactorias a sus afecciones retornen a sus casas curados. Desafortunadamente, en un alto porcentaje esa garantía no existe para los pacientes del IPS internados en terapia intensiva.
En materia de tratamiento de salud bien se sabe que los enfermos graves son destinados a salas especiales donde el cuidado de los profesionales médicos y paramédicos es exclusivo y de alta competencia profesional. En teoría, están allí para que puedan superar el momento dramático. Por lo tanto, tendría que ser ocioso decir que el ambiente debe estar libre de elementos contaminantes que incrementen el riesgo de morir.
En el IPS, la existencia de bacterias como las conocidas por sus siglas de KPC, MBL y MCR-1, entre otras, le agrega al calvario que los asegurados sufren en el hospital del barrio Santo Domingo un peligro no abordado con la extrema rigurosidad que la situación requiere. Esas bacterias que ingresan al cuerpo debido a las defensas bajas generan en los pacientes resistencia a los diversos tipos de antibióticos. Por lo tanto, la medicación específica que reciben para atacar las infecciones generadas por sus problemas concretos no surten efecto. Por lo tanto, el resultado final del tratamiento muy probablemente sea el fallecimiento.
Los técnicos del IPS afirman que la infección hospitalaria es inherente a todo centro de atención a pacientes internados. Si es así, habrá que preguntarse por qué antes del 2009 no había KPC en su Hospital Central. Y también, cómo es que en los demás hospitales se combate esa contaminación que conspira contra la salud de los enfermos.
El pasado domingo 16, en una publicación de nuestro diario, la doctora Wilma Basualdo, del Departamento de Control de Infecciones del IPS, admitió que en el momento de la entrevista con ella había 17 internados por infección hospitalaria. Esa cantidad muestra hasta qué punto es grave la situación.
Aun así, hasta antes de la publicación periodística que denunciaba la contaminación, las sábanas de la Unidad de Terapia Intensiva de Adultos eran entregadas a familiares de los pacientes para que las lavaran. Como las bacterias sobreviven en superficies externas –camas, mesas, posamanos, picaportes–, es muy posible que también se adhirieran a las ropas de cama.
Esa descomunal irresponsabilidad sanitaria –porque a los parientes ni siquiera se les instruyó acerca de los cuidados a tomar en la limpieza– solo fue zanjada el 11 de julio pasado cuando las sábanas fueron lavadas en la sección Lavandería del IPS.
Todo esto refleja una deficiente administración hospitalaria. Es contradictorio que la institución que cuida la salud de los asegurados ponga tan poco interés en solucionar un problema tan grave. Habrá que esperar que la institución –desde su presidente para abajo– cambie de actitud y tome las medidas para reducir a niveles irrelevantes la presencia de bacterias que ponen en riesgo mortal la vida de los asegurados.