25 abr. 2024

En la piel del hincha: Así se inauguró La Nueva Olla

Es un día especial. Después de dos años en Barrio Obrero un canto azulgrana se vuelve a escuchar. Muchos soñaron durante meses con estar aquí. La Nueva Olla a todo un pueblo hace deleitar. El estadio tembló, literalmente, con el deleite del público de Cerro Porteño. El rugido aumentaba a la par del balanceo de sus gradas.

Por Rodrigo Houdín - @rodrigohoudin
Desde tempranas horas, la fiesta empezó en las calles. Los colores azules y grana poco a poco tiñeron Asunción y otras partes del país. Los hinchas empezaron a llegar y el reencuentro de emociones se hacía notar. Describir lo que pasa, sin que se produzca un nudo en la garganta, es imposible.
Asombro, emoción, alegría y pasión se imprimieron en los rostros de quienes, este sábado 19 de agosto del 2017, llegan por primera vez a este único, imponente y monumental estadio.
Piel de gallina, creo que esta expresión coloquial es la que resume los sentimientos de la mayoría de las 45 mil almas que participaron el resucitar del templo de la pasión. El fútbol paraguayo de fiesta está. El club del pueblo de nuevo en su estadio una pelota observa rodar.
Horas antes de las 15.00, ya la fiesta se palpitó. Los seguidores formaban largas filas esperando ingresar al estadio. Las avenidas de acceso a Barrio Obrero con miles de vehículos, cánticos, colores y alegría que llenaban de júbilo a las calles aledañas al club.
La fiesta está aquí, en las calles, en los hogares cerristas del país y no existe nada que la pueda opacar. Subir estas gradas mirando al cielo hasta el verde ver brillar, las tribunas azul y grana, el pueblo unido en dos colores dejando de lado creencias, religión, edad y clase social. ¡No, no se trata de Europa, estamos en Paraguay! Las dos bandejas en algunos sectores hacen a la Olla imponente y monumental.
El primer grito que hizo rugir la olla, se dio con un lleno total alrededor de las 17.00. “Yo vengo de Barrio Obrero, Capital de Sentimiento” sonó en todas direcciones. La olla, volvió a rugir, el silencio en este barrio asunceno llegó a su fin. Temblaron las gradas de la Olla.
Cuando las manecillas del reloj marcaron las 18.25, las gradas brillaron con las luces de los celulares, una alfombra blanca teñía al campo de juego, un impresionante show al público hizo deleitar. La ovación de pie se vino con el saludo presidente Juan José Zapag. El presi dio la bienvenida oficial al pueblo que estrenaba su nuevo hogar.
La emoción nunca se va, pero llega con más fuerza al recordar el origen del club con ayuda de la tecnología. Figuras, leyendas, goles, desfilan en las pantallas gigantes. Las pulseras luminosas, que se encendieron a las 18.35, en medio de la oscuridad me recuerdan a aquellos hinchas que hoy ya no están. “Cerro, cerro, cerro”, cantó el público con las manos arriba de izquierda a derecha. Es asombroso lo que sucede cuando se mezclan la tecnología y el rugido de un pueblo en una fiesta sinigual. Ricardo Flecha, Lisa Bogado, Camarasa y El Monchi, acompañaron con ritmo de polca, samba, rock y cumbia, el delirio popular.
El homenaje a los ex jugadores recuerdan los gritos de alegría, los resultados revertidos sobre la hora, al estilo ciclón, el sufrimiento antes del pitazo final. Saturdino Arrúa, recibió una de las mayores ovaciones de la noche. El homenaje en vida a los héroes, emocionó al país.
Las luces de las 4 torres con más de 30 reflectores LED, cada una, hicieron brillar el impecable césped del campo de juego. Se vino el partido ante un grande, Boca Juniors. La pelota empezó a rodar en torno al deporte más bello del mundo. Hay fútbol en Barrio Obrero.
Lastimosamente, el equipo no estuvo a la altura de lo que es el majestuoso estadio azulgrana y cayó en el amistoso ante Boca Juniors por 2-1.
La fiesta se completó con varios minutos de fuegos artificiales que dieron color azulgrana al cielo de Barrio Obrero. El delirio popular hizo que esta sea una noche inigualable, inolvidable para miles de cerristas que el rugir de La Nueva Olla pudieron escuchar.
Los cerristas ya nos merecíamos algo así, somos un pueblo sufrido, hinchas incondicionales, fieles al color y la insignia. Los fracasos siempre fueron una nueva oportunidad, los sueños postergados nos hacen resurgir más fuerte.
El club crece en formativas, en infraestructura, en socios y está lejos de morir. Pero sin duda alguna, lo más valioso para Cerro es su gente, el pueblo, la mitad más uno, los colores que se esparcen por el mundo. La muchachada del Gran Ciclón.