PARÍS - FRANCIA
El presidente electo francés, Emmanuel Macron, abocado de lleno en la formación de su gobierno, recibió ayer el apoyo del ex primer ministro socialista Manuel Valls, que quiere ser candidato de su movimiento para las legislativas de junio, un signo de la brutal transformación del paisaje político francés.
El joven presidente centrista y proeuropeo debe juntar personalidades de la derecha y de la izquierda moderadas para intentar construir una mayoría parlamentaria y aplicar sin frenos sus prometidas reformas.
“Un rompecabezas”, resumió ayer el periódico Le Parisien. Ya que a pesar de su clara victoria frente a la extrema derecha, el domingo, con 66% de los votos, Macron, de 39 años, estará al frente de un país fracturado y dividido. Los partidos tradicionales, que durante décadas predominaron en la arena política francesa, Los Republicanos (derecha) y el Partido Socialista, esperan su revancha en las legislativas del 11 y 18 de junio. “Por mi parte, no tengo en mente ni una obstrucción sistemática ni una oposición frontal”, subrayó Alain Juppé, alcalde de Burdeos y una figura influyente de la derecha. El alcalde de Le Havre, Edouard Philippe, próximo a Juppé, es una de las personalidades que se barajan para el puesto de primer ministro de Emmanuel Macron.
PRESIÓN DE LA ue. Macron todavía no asumió, pero ya empezaron las presiones desde la Unión Europea. El comisario europeo de Asuntos Financieros, Pierre Moscovici, pidió ayer a Macron que saque a su país del procedimiento por déficit excesivo, rebajándolo hasta menos del 3%.
“Estoy convencido de que ahora Francia puede y debe salir del procedimiento del déficit excesivo”, el llamado PDE de la Comisión Europea, dijo en París.
La comisión pone en marcha este mecanismo, que puede implicar sanciones, cada vez que un país supera el máximo permitido de 3% de déficit con relación al producto interior bruto (PIB).
Emmanuel Macron incluye en su programa electoral el objetivo de reducir el gasto público en 60.000 millones de euros los próximos cinco años, incluyendo la supresión de 120.000 funcionarios.
El presidente de la comisión europea también se sumó a las presiones. “Con Francia tenemos un problema en particular... Los franceses gastan demasiado dinero y gastan demasiado en cosas equivocadas. No funcionará con el tiempo”, dijo Jean-Claude Juncker.