Mucha gente toda endomingada. Allí estuvimos escuchando a los que hablaron hasta las 9.30. De allí marché a la celebración del Congreso Democrático del Pueblo ante el Panteón.
Tenía mucha importancia la presencia de todos los gancheros en Cateura.
Comencé leyendo unas palabras de Jesús en san Lucas: “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para dar la buena noticia a los pobres, la libertad a los cautivos, la vista a los ciegos y poner en libertad a los oprimidos”.
Y hablé a los gancheros oprimidos en estos momentos, privados de la libertad en el trabajo porque se lo han quitado y que estaban mirándome esperando la buena noticia de Jesús.
Una terrible responsabilidad el hablarles en estas circunstancias provocadas por la voluntad humana que primero hace el daño y luego dicen que “van a ver cómo van a intentar si es posible solucionar en algo la situación”.
En la Junta Municipal de Asunción se ha decidido acabar con la llegada de basuras del Departamento Central a Cateura. Con esto dejan sin trabajo, al menos a un turno de gancheros de Cateura. Lo cual significa hambre y enfrentamiento entre ellos para ver quién logra trabajar.
Un día de alegría como el 1 de mayo se convierte así en un día de luto. Unas autoridades no han sabido detener esta decisión. No han sido capaces de encontrar una solución y luego comunicar la mala noticia. Antes eran pobres y trabajaban (pero podían comer) en circunstancias inhumanas. Ahora son seres humanos dignos, pero doblemente empobrecidos y con hambre.
“¡Que se vayan todos!”. Estas fueron mis palabras y el sentimiento de los presentes.