Al igual que mucha gente en nuestro país, considero que el mayor logro en los casi tres años de gobierno del presidente Cartes, ha sido la promulgación de la Ley 5282 “De libre acceso ciudadano a la información pública y transparencia gubernamental”.
Esta ley ha sido como un potente foco encendido en una vieja y oscura habitación llena de cucarachas y alimañas. En esta habitación se encuentran gran parte de los males que nos han afligido como sociedad, desde el año 1954 hasta nuestros días.
Recordemos que en ese año Stroessner llegó al poder con una frase que fue la base de su gobierno: “a los amigos todo, a los enemigos palo y a los indiferentes la ley”. A los amigos todo... fue la carta blanca para la corrupción y los grandes negociados con el Estado o con la ilegalidad. La corrupción fue la argamasa que mantuvo unidos a los militares y a los políticos que apoyaron al régimen.
Cuando vino la democracia, como dice Gonzalo Quintana “la corrupción se corrompió”. Y ya no fueron solamente los principales militares y los jerarcas del Partido Colorado los beneficiados, sino que la corrupción se extendió a todos los niveles del Gobierno y a todos los sectores de nuestra sociedad.
Esta corrupción es hoy el mayor obstáculo para el desarrollo del Paraguay. Porque las buenas inversiones no vendrán al país a pesar de tener equilibrio macroeconómico, un sistema tributario simple, abundante energía y una población joven, mientras nos encontremos entre los países más corruptos del mundo.
Debemos tener siempre presente que es imposible tener una buena economía sin una buena política. Y para tener una buena política es fundamental que nuestros líderes conozcan claramente las diferentes etapas de un proceso de cambio exitoso.
La primera etapa hacia el cambio es la insatisfacción con la situación actual, la segunda es tener claro un modelo o una visión alternativa y la tercera es iniciar el proceso de reformas que nos permita avanzar hacia esa nueva visión.
La transparencia que hoy tenemos es fundamental para la primera etapa del cambio, porque constatar la realidad despierta la insatisfacción con la situación actual, pero si nos quedamos solamente en eso, y sin tener claro lo que vamos a hacer con eso, habrá en todos nosotros un pesimismo generalizado y una gran desilusión.
Creo que esto le está ocurriendo al Gobierno de Cartes y puede verse claramente en el actual problema de las empresas públicas. Estas empresas públicas están minadas de corrupción pero además son terriblemente ineficientes y en los últimos años no han realizado las inversiones necesarias para que el servicio que ofrecen acompañe el enorme crecimiento de la demanda.
Aquí el Gobierno debe trabajar con la letra “y” y no con la letra “o”. Porque estas empresas públicas deben ser saneadas de su corrupción imperante y al mismo tiempo deben ser reestructuradas para volverlas más eficientes y deben ser capitalizadas para absorber sus pérdidas pasadas y deben tener sus tarifas actualizadas para cubrir sus costos y hacer las nuevas inversiones.
Si no se hace todo eso, al mismo tiempo, solamente vamos a revelar las miserias de cada institución pero los servicios como la luz y el agua que son fundamentales para el desarrollo del Paraguay, van a continuar siendo tan ineficientes como hoy.
Como conclusión, el Gobierno de Cartes ha dado importantes pasos hacia una mayor transparencia de la gestión pública, pero ha avanzado muy poco en las reformas que exige la estructura de nuestro anquilosado Estado paraguayo.
Si no lo hace va a generar una gran desilusión, pero también si avanza muy rápido, habrá mucha gente poderosa que va a querer frenarlo.
La sociedad civil debe estar muy atenta y muy activa en este proceso; porque en estos cambios, el Paraguay se juega su futuro.