Liz Cramer, de la Fundación Itaú, destacó que la organización a cuyo frente se encuentra evalúa proyectos que tengan impacto en la sociedad y puntualizó la asistencia que está haciendo a la escuela Pa’i Puku, del Chaco.
“Nos pidieron el apoyo y vimos un potencial grande, mediante la carpintería y los muebles diferentes que elaboran. En vez de ayudarles otorgándoles aportes financieros, les fortalecemos su gestión, para crear una empresa social, les asistimos en su estrategia de márketing, comercial y ordenamiento de su producción, para que vendan más y mejor”, enfatizó.
La Fundación Itaú se focaliza en los ejes de educación y cultura, y los proyectos son medidos por el efecto transformador en la sociedad. Cramer aclaró que la idea no es crear nexos que luego generen dependencia exclusiva, sino que haya conciencia en las organizaciones para continuar solas con sus proyectos.
Por su parte, Aldo Rodríguez Triguero, principal responsable de Unilever en el país, manifestó que la compañía cuenta con un Plan de Vida Sustentable, que es el nuevo modelo integral y que se propone duplicar el negocio para 2020, además de reducir el impacto ambiental de sus productos a la mitad.
“Es un nuevo enfoque pensar en la sustentabilidad no como algo periférico ni colateral. Pero solos no podemos, debemos asociarnos con el Gobierno y las oenegés, que nos ayuden a potenciar el alcance de nuestras actividades. La población tiene cierta sensibilidad hacia el cuidado del medioambiente; esto crece poco a poco y es necesario que se aprenda a diferenciar la propuesta de productos o servicios que sí están con la sustentabilidad de los que no”, sostuvo.
Las marcas de Unilever también se perfilan con un propósito social, como los jabones que impulsan la autoestima o los antibacteriales, que cuidan manos de los menores.
