Según publica abc.es, después de beber más de lo habitual, ella se acerca a su pareja para demostrarle lo mucho que le quiere. Sin embargo, el objeto de su amor, en el mismo estado, despreciará sus atenciones y preferirá conocer a esa desconocida repentinamente tan interesante que acaba de pasar por su lado.
Quizás el lector haya vivido (o sufrido) una escena parecida, pero esta en realidad es la experiencia de un grupo de cándidos ratones de la pradera, conocidos por su monogamia, cuando están, literalmente, borrachos.
Los investigadores, que han publicado su estudio en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias, utilizaron a estas criaturas para investigar los efectos del alcohol en los lazos sociales, y han descubierto que son muy diferentes según el sexo. Mientras la embriaguez refuerza la unión y la sociabilidad en las hembras, los machos muestran un comportamiento huidizo e infiel.
Resultó que casi el 100% de las hembras que habían bebido prefirieron interactuar con su antigua pareja y no con la recién presentada.
En cambio, en el caso de las sobrias, solo dos tercios eligieron esta opción, mientras al resto no le importaba estar con uno u otro, o le gustaba más el extraño.
Los machos borrachos hicieron todo lo contrario: rechazaron a sus amantes anteriores y mostraron más interés por las nuevas “chicas”. Todos los machos sobrios, sin embargo, se mostraron absolutamente fieles a su primera pareja.
Los ratones no son personas, pero quizás esto pueda darnos una idea de por qué algunos hombres y mujeres muestran un comportamiento algo alterado cuando abusan del alcohol. Quizás, en alguna medida, puedan echarle la culpa a la biología.