Las respuestas recibidas son muy dispares. Inclusive radicales y antagónicas. “Es perder el tiempo porque es seguir la agenda que el Gobierno nos ha impuesto con tantas elecciones”. “Es el modo más provechoso de vivir el presente para poder alcanzar el ser Gobierno”.
Tratemos de aclarar esto. Es electoralismo cuando se abandonan las tareas de legislar, por ejemplo en los senadores y diputados y se emplea el tiempo en comenzar a hacer visitas. Con excusas varias cada día más frecuentes. A medida que se acercan las elecciones habrá más vacantes en la sala y en ocasiones el quórum correrá peligro. Con todo esto el país como que se detiene en su marcha y esto suele durar muchos meses.
Es electoralismo cuando se despiden en el trabajo político a personas, inclusive a correligionarios, para incorporar a los que serán más fiables como operadores políticos en captar votos para el día D. El trabajo de captación de votos prima más que el de gobernar.
No es electoralismo dedicar todo el tiempo necesario, para investigar la trayectoria como personas y como políticos a aquellos que fueron elegidos. La corrupción personal (afán a como sea de enriquecimiento) y la corrupción en la política (olvido de que fueron votados para el bien común), son materias en las que cada ciudadano, cada uno a su manera, debiera de trabajar su criterio.
No es electoralismo exigir que por escrito cada candidato deberá de comprometerse a expresar fundamentadamente la estrategia política que piensa seguir. No sirven las promesas engañosas expresadas para ganar aplausos.
Y no es electoralismo, cuando un candidato que presenta su programa el que sea este por muchos minuciosamente analizado. Y a estos no se le puede llamar ser contreras.