La baja calidad del trabajo es uno de los principales problemas que enfrentan las familias paraguayas. Datos oficiales señalan que alrededor del 20% de la población ocupada está subempleada, es decir, trabaja menos horas de las que quisiera o trabajando las horas legalmente establecidas gana menos que el salario mínimo.
Si al subempleo le agregamos el desempleo que afecta al 6% de la población económicamente activa, tenemos que más de un cuarto de la población no trabaja el tiempo establecido, ni gana lo que debiera ganar.
Pero no son los únicos problemas laborales. La seguridad social no cubre ni al 30% de la población, y si es pobre o vive en el sector rural, el porcentaje baja todavía más. Más del 40% de la población trabaja por cuenta propia y no cuenta con mecanismos de protección social que le permitan tener una vida digna en la vejez.
De la población que trabaja en relación de dependencia, que debiera contar con la cobertura del IPS y de algunos de los diferentes regímenes jubilatorios del sector público, solo el 43% aporta a algún sistema de jubilación.
Si analizamos las condiciones laborales del trabajo rural, de la juventud y de las mujeres, prácticamente todos los indicadores empeoran. Con esta situación laboral, resulta que la mayor parte de trabajadores y trabajadoras se encuentran con altos niveles de vulnerabilidad. La lucha contra la pobreza y la desigualdad se convierte en una ilusión, teniendo en cuenta que la mayoría de las familias tienen como principal fuente de ingresos el trabajo.
Como parte de los festejos del primero de mayo, las empresas debieran comprometerse a cumplir las leyes laborales y el Gobierno a implementar políticas claras que garanticen la generación de empleos decentes y el cumplimiento de las normas vigentes. El Instituto de Previsión Social debe reducir drásticamente los altos niveles de evasión.
No hay posibilidad de mejorar la calidad de vida y reducir la pobreza en Paraguay si las instituciones del Estado no son capaces de garantizar el apego a la ley de las empresas y proponer mejoras en el marco jurídico e institucional para que quienes todavía estén fuera de la seguridad social se integren. Justamente son las ocupaciones con menor protección social las que tienen más pobres, como el trabajo agropecuario, el trabajo doméstico y por cuenta propia.
El Ministerio del Trabajo debe asumir su rol con responsabilidad. Su trabajo será juzgado a partir de los indicadores de calidad del empleo. El país no puede seguir creciendo sin mejorar sustancialmente las condiciones laborales de los paraguayos.