El sistema tributario es uno de los instrumentos del que se vale el contrato social para la construcción de una nación en la que igualdad sea un principio valorado. En nuestro caso, contribuye poco a este objetivo e inclusive cabe la hipótesis de que podría tener un efecto contrario, es decir, profundizar la desigualdad.
Los países que han logrado estados del desarrollo más avanzados utilizaron no solo las políticas que implicaron gasto para reducir sus brechas, sino también y, fundamentalmente, la política tributaria.
Las desigualdades son negativas por donde se las mire. Desde décadas atrás se sabe que cuando las disparidades económicas son extremas, como es el caso de Paraguay, la conflictividad social y política aumenta.
Hoy se sabe también que la inseguridad ciudadana está más ligada a las desigualdades que a la pobreza. América Latina es una de las regiones más inseguras del planeta, de la mano con las enormes brechas que aún con años de crecimiento económico no fue posible reducirlas.
Los estudios más recientes dan cuenta que este problema también afecta negativamente al crecimiento económico. Las desigualdades obstaculizan las posibilidades de lograr crecimiento durante periodos largos. Por lo tanto, la sostenibilidad de nuestro crecimiento está en alto riesgo.
Además de que el sistema tributario debe contribuir a reducir las brechas a través de impuestos directos y progresivos, los costos deben ser bajos. Es decir, el sistema debe ser eficiente, debe poder optimizar la recaudación al menor costo posible.
A medida que se amplía la base tributaria con muchos contribuyentes de menores ingresos, es probable que aumenten los costos. Siempre será más eficiente lograr que los aportantes de mayores ingresos tributen lo que deben, que perseguir a muchos que contribuyen con poco.
La SET, por un lado, no puede lograr que quienes más tienen aporten lo que deben y, por otro lado, presiona con medidas conflictivas a los de menores ingresos. Algunos datos de años anteriores ya muestran que hay sectores, exportadores por ejemplo, que cuentan con mecanismos para eludir impuestos. Ahora se agrega otro sector que también logra lo mismo.
Los asalariados probablemente no contarán con esos mecanismos, por lo que la debilidad de la SET para cobrar a los sectores de mayor riqueza terminará produciendo mayor inequidad, y a un costo más alto. De esta manera, la política tributaria continuará siendo injusta y además ineficiente.
Las autoridades tributarias deben hacer propuestas que transmitan mensajes claros a la ciudadanía acerca de su esfuerzo por cobrarle no solo a los asalariados sino también a quienes detentan las grandes riquezas.