19 abr. 2024

El silencio de María

Hoy meditamos el evangelio según San Lucas 8, 19-21.

Para tener a Dios con nosotros en cualquier circunstancia, y nosotros estar metidos en Él mientras trabajamos o descansamos, nos serán de gran ayuda –quizá imprescindibles– esos ratos que dedicamos especialmente al Señor, como este en el que procuramos estar en su presencia, hablarle, pedirle...

“Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior”. Y junto a la oración, el hábito de mortificación en todo aquello que separa de Dios y también en cosas suyo lícitas, de las que nos privamos para ofrecerlas al Señor.

El papa Francisco a propósito del evangelio de hoy dijo: “[...] Estas son las dos condiciones para seguir a Jesús: escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Esta es la vida cristiana, nada más, ¡eh! Simple, simple. Tal vez nosotros la hayamos hecho un poco difícil, con tantas explicaciones que nadie entiende, pero la vida cristiana es así: escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica.

He aquí porque Jesús replica a quien le refería que sus parientes lo estaban buscando: ‘Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica’.

Y para escuchar la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús basta abrir la Biblia, el Evangelio. Pero estas páginas no deben ser leídas, sino escuchadas. ‘Escuchar la Palabra de Dios es leer eso y decir: ¿Pero qué me dice a mí esto, a mi corazón? ¿Qué me está diciendo Dios a mí, con esta palabra?’. Y nuestra vida cambia.

Cada vez que nosotros hacemos esto, abrimos el Evangelio, leemos un pasaje y nos preguntamos: ‘Con esto Dios me habla, ¿me dice algo a mí? Y si dice algo, ¿qué cosa me dice?’, esto es escuchar la Palabra de Dios, escucharla con los oídos y escucharla con el corazón.

Contando siempre con la ayuda de Jesús, incluso cuando nuestro corazón escucha y hace de cuenta que no comprende. Él es misericordioso y perdona a todos, espera a todos, porque es paciente”.

(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal).