El Señor subió con sus discípulos a una barca para pasar al otro lado del lago. Cuando ya llevaban un tiempo en el mar, se levantó una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, el Señor, rendido por la fatiga, se quedó dormido. Estaba tan cansado que ni siquiera los fuertes bandazos de la embarcación le despertaron.
Ante tanto peligro, Jesús parece ausente. Es el único pasaje del Evangelio que nos muestra a Jesús dormido.
Se acercaron entonces a Jesús y le despertaron diciendo: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Jesús les tranquilizó con estas palabras: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Es como si les dijera: ¿no sabéis que yo voy con vosotros, y que esto debe daros una firmeza sin límites en medio de vuestras dificultades?”. Y levantándose, increpó a los vientos y al mar, y se produjo una gran bonanza.
Al respecto, S.S. Francisco, en una homilía en Santa Marta, dijo: “... La tercera situación se da sobre el barco: es el miedo. Cuando hay una gran agitación en el mar, el barco se cubría por las olas. “¡Sálvanos, Señor, que estamos perdidos!”, dicen. ¡El miedo! Incluso aquella es una tentación del diablo: tener miedo de avanzar en el camino del Señor.
Hay una tentación que dice que es “mejor quedarse aquí”, donde estoy seguro. ¡Pero esto es el Egipto de la esclavitud! Tengo miedo de seguir adelante, tengo miedo de hacia dónde me llevará el Señor. El temor, sin embargo, no es un buen consejero. Jesús muchas veces ha dicho: “¡No tengan miedo!”. El miedo no nos ayuda.
La cuarta actitud es la gracia del Espíritu Santo. Cuando Jesús trae la calma al agitado mar, los discípulos en la barca se llenaron de temor. Siempre, ante el pecado, delante de la nostalgia, ante el temor, debemos volver al Señor...
(Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, y http://es.slideshare.net/marioquiroz/por-qu-tienen-miedo-hombres-de-poca-fe-t-eres-dios-y-duermes-en-la-barca-de-mi-alma-necesito-tu-ayuda-para-confiar-en-ti)