19 mar. 2024

El relativismo legal

www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

Vivimos una inflación de normas hacia el final del año. Algunas de notable peligro como aquellas que establecen IVA a los productos de la granja, el pago por usar repertorio societario de APA en fiestas familiares, chapas en todos los vehículos, nuevos números del impuesto inmobiliario e instituciones de reciente creación..., pero carentes de recursos.

Todo paraguayo asume que la ley tiene un valor relativo entre nosotros. Solo aprieta a algunos, pero... la gran mayoría ignora su existencia y sabe que la misma es inaplicable. Eso se llama estado de anomia y es una peligrosa antesala a la dictadura.

El carácter relativo de la norma lleva a que algunos seguidores de Lugo digan que aunque la Constitución le impida ser candidato presidencial... el “pueblo lo quiere”. Como el que lo afirmó es, además de pariente de Lugo, su suplente, no habría que descartar que sea una jugada estratégica de lanzarlo al ruedo para quedarse con su silla curul. Todo cabe en este país donde la ley tiene siempre un valor relativo y sujeta a la interpretación al punto que ella no es tan importante como su reglamentación que puede acabar con sus mejores propósitos. En esta corta experiencia democrática, varias leyes fueron pulverizadas por reglamentos que las volvieron inocuas o en el peor de los casos intrascendentes.

Y si además con ellas creamos pomposas instituciones, como el Consejo Nacional de Enseñanza Superior (Cones), la suprema autoridad en asuntos universitarios, y se le concede como presupuesto anual 10 millones de guaraníes para alquiler de local y 5 para movilizarse por todo el país... solo faltaba que la ley o la reglamentación le agregara: no lo gasten en mujeres; es evidente que no se lo quiere hacer funcionar para nada. Es como un nonato, alguien no nació. ¿Cómo los 125 legisladores cuando hicieron la norma que creó el Consejo no se dieron cuenta de que carecían de recursos para hacerlo funcionar?

El debate del presupuesto, ley que promulga anualmente el Estado, tiene el mismo sentido. Un ex ministro de Hacienda me confiaba que no le importaban los números porque finalmente todo dependía de su capricho personal y el del presidente. “Si nos apuran decimos que no hay dinero y ellos justifican para los suyos que no se liberan los fondos”, me dijo sin rubor alguno.

Eso es mitad verdad y mitad mentira. Siempre hay dinero en Hacienda para lo que se quiera y no lo hay para lo opuesto. Si la ley del presupuesto es de cumplimiento relativo, a la Constitución se la interpreta como se quiere, no se reglamenta jamás el juicio político y se crean instituciones sin fondos... ¿Cómo diablos el Gobierno pretende hacer creer al país que vivimos en un estado de derecho?

Con este relativismo, lo único que hacemos es legitimar a los autoritarios. Una democracia kachiãi (desprolija) donde el ministro del Interior se para frente a uno de los sanguinarios torturadores y no se atreve a pedir su separación de la lista de homenajeados y a solicitar su baja deshonrosa... siendo hijo de un torturado y el encargado de la seguridad nacional, ¿cuál creen que es el mensaje que envía?

Una democracia con leyes relativas, funcionales al capricho del poder constituyen el caldo de cultivo ideal para que los torturadores sean condecorados por los hijos de los torturados avalando en el camino a los autoritarios que afirman a voz en cuello y sin rubor que “antes vivíamos mejor... pero no lo sabíamos”.

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