Sin embargo, hay una diferencia radical entre construir una nueva casa y construir un nuevo país. En la construcción de la casa es necesario el dinero, que se convertirá en obreros contratados y en cemento y ladrillos y planos. Mientras haya inversión, la construcción irá creciendo.
Pero en la construcción de un nuevo Paraguay existe una fuerza negativa que lo va a impedir y que hará todos los esfuerzos necesarios para triunfar. Es el “poder” de los políticos del viejo Paraguay, que no quieren irse, que tienen raíces profundas y unidas a intereses económicos de la clase enriquecida que tampoco quiere el nuevo Paraguay.
En un país con tan enorme desigualdad como el nuestro, los que están arriba y dominan todo y los políticos a su servicio que tienen la puerta del “poder”, van a impedir que nada más igualitario (para ellos “nada que les obligue a repartir sus riquezas”) pueda entrar.
Y aquí cobra actualidad la frase de Malcolm-X (activista de color norteamericano asesinado hace 50 años): “La única cosa que respeta el poder es el poder”.
Solución: necesitamos para crear el nuevo Paraguay tener un nuevo poder de personas honestas y valiosas que venzan al viejo poder de corruptos del viejo Paraguay que va desapareciendo.
Y el nuevo poder comenzará con la concienciación de la ciudadanía. Esta, renovada, se inquietará, moverá y participará en actos y manifestaciones. Pero todavía le queda lo principal: ha de organizarse, porque solamente así será una fuerza para disputarles el terreno a los que nos han tenido sometidos durante 28 años.