Una de las características del pontificado de Francisco es el mensaje de fácil comprensión; uno que llega a cualquier tipo de público y se acerca a las vivencias y problemas cotidianos. Sin embargo, también es cierto que muchas de sus expresiones a menudo son interpretadas de manera equívoca, a veces de mala fe, por parte de las agencias de noticias y los medios de comunicación para crear polémica y atraer la lectura.
Cuando se trata de temas sensibles, como la protección de la vida desde la concepción, la homosexualidad, el divorcio o el celibato, entre otros tantos, es muy probable que los titulares o extractos informativos no reflejen con exactitud y fidelidad el mensaje pretendido por el Papa latinoamericano, acostumbrado al diálogo espontáneo, sin demasiado cuidado al lenguaje políticamente correcto.
El anuncio del Pontífice sobre el perdón a las mujeres que hayan abortado y a quienes lo hayan facilitado, no fue la excepción. En efecto, algunos medios de comunicación presentaron la decisión como si en la Iglesia Católica nunca haya existido la posibilidad de perdonar este crimen a través del sacramento de la Confesión, olvidando que no existe un pecado que no pueda ser absuelto, siempre y cuando el penitente se declare culpable y se arrepienta con sinceridad, así lo afirma el Catecismo. Lo que el Santo Padre ha hecho es simplemente dar la posibilidad a todos los sacerdotes de dar la absolución durante el próximo Año Jubilar.
Tampoco faltaron las publicaciones y analistas que pretendían dar a entender que con esta decisión el Papa resta importancia y minimiza la gravedad del aborto e incluso hasta hubo interpretaciones que sugerían que Francisco está admitiendo la tenebrosa e inhumana práctica de eliminar inocentes seres humanos.
Aquí no hay que dar vueltas al tema, como si se tratara de algo confuso. Hay que tener claro, por un lado, que el asesinato de niños en el vientre materno será siempre un hecho horroroso, incluso aunque la Iglesia no lo diga, pues se trata de eliminar a un ser humano con dignidad y derecho a vivir. Y, por otro, que el Papa nos recuerda que la Misericordia de Dios no tiene límites ni medidas.
“No existe polémica ni debate, no hay nada que escandalizarse, al contrario, hay que alegrarse que se posibilite a tantas personas que no sabían de esto que puedan acercarse y puedan volver a vivir en plena comunión”, aclaró al respecto Mons. Claudio Gimenez, en el portal local Hoy.com.
Y es así. El perdón es y será una de las principales herramientas del ser humano para crecer, avanzar y salir adelante. Partiendo de que somos imperfectos ¿Qué sería un matrimonio, una familia, el trabajo y la sociedad sin la posibilidad de este noble acto? ¿Cómo retomar las relaciones y la mirada hacia uno mismo y los demás, sin el perdón? Sería imposible. Más allá de las interpretaciones, sería bueno replantearse este valor como mecanismo para construir un entorno más humano y saludable. Al final de cuentas, todos necesitamos reconocer lo que somos y volver a empezar.