La unión se rompe por una desigualdad económica creciente. Unos pocos tienen mucho y cada vez más. Una mayoría tiene poco y cada vez menos. Y en medio, dos millones de personas que en las capas altas disfrutan de los servicios que dan a los “amos” del Paraguay y que en las capas bajas se desmorona aceleradamente al territorio del empobrecimiento.
Ya hasta nos parece natural este apartheid económico. Buses para los pobres, hospitales mal atendidos para los pobres, escuelas de baja calidad física y educacional para los pobres. Lo de física se refiere a los derrumbes de sus techos y paredes y lo de educacional a lo poco que se aprende y a lo que casi nada prepara para la vida.
El territorio nacional lo tenemos ocupado en el Chaco y en la Región Oriental por colonos extranjeros. El día que se haga con detenimiento una mensura total vamos a tener un mapa desconocido.
El futuro está muy cuestionado. Para la juventud de quince a treinta años falta trabajo. Pero las familias siguen teniendo abundantes hijos, que ya no nacen como se decía antes “con un pan bajo el brazo”, sino “con una deuda grande en dólares”, que ya les acompañará hasta el 2040 y, como Hacienda dice que no hay plata para pagarla, crece y crece con nuevas deudas… ¿Hasta cuándo y hasta cuánto?
El Paraguay se está hundiendo.
No para los “amos” y los que están a su servicio.
Sí para la clase media baja, los empobrecidos, los pobres y los que ya están en la miseria.
Y este es el resultado del actual Gobierno, que por supuesto pertenece a los de arriba.