El Señor desea que pidamos también bienes temporales, los cuales, debidamente ordenados, nos ayudan a llegar al cielo.
El papa Francisco, a propósito del Evangelio de hoy, expresó: “Realmente hace un milagro, porque en este caso él (Jonás) ha dejado de lado su terquedad y ha obedecido a la voluntad de Dios, y ha hecho lo que el Señor le había mandado.
Nínive se convierte y ante esta conversión, Jonás, que es el hombre que no es dócil al Espíritu de Dios, se enfada: Jonás sintió una gran tristeza y se desdeñó. E, incluso, reprende al Señor. La historia de Jonás y Nínive se articula en tres capítulos: el primero es la resistencia a la misión que el Señor le confía; el segundo es la obediencia, y cuando se obedece se hacen milagros.
La obediencia a la voluntad de Dios y Nínive se convierte. En el tercer capítulo, hay una resistencia a la misericordia de Dios.
Esas palabras: “Señor, ¿no era esto quizás lo que yo decía cuando estaba en mi pueblo? Porque tú eres un Dios misericordioso y clemente”, y yo he hecho todo el trabajo de predicar, he hecho mi trabajo bien hecho, ¿y tú les perdonas?
Y el corazón con esa dureza que no deja entrar la misericordia de Dios. Es más importante mi sermón, son más importantes mis pensamientos, es más importante toda esa lista de mandamientos que debo observar, todo, todo, todo que la misericordia de Dios.
Y este drama también Jesús lo ha vivido con los doctores de la Ley, que no entendía por qué él no dejó que lapidaran a aquella mujer adúltera, cuando él iba a cenar con los publicanos y pecadores: no lo entendían. No entendían la misericordia.
Hay que esperar en el Señor, porque en el Señor hay misericordia, y en él hay abundante redención”.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, y http://es.catholic.net/op/articulos/13060/cat/565/-no-se-le-dara-otra-senal-que-la-de-jonas.html)