La Cámara de Senadores tiene la alta responsabilidad de legislar, entre otras tareas asignadas por la Constitución Nacional.
Para ello, sus miembros no solamente reciben un muy buen salario –la suma de G. 32.774.840–, sino que además tienen inmunidad.
Nuestra Carta Magna establece que ningún miembro del Congreso puede ser acusado judicialmente por las opiniones que emita en el desempeño de sus funciones. Asimismo, ningún senador o diputado podrá ser detenido, desde el día de su elección hasta el del cese de sus funciones, salvo que fuera hallado en flagrante delito. Y, si este fuera el caso, podrá ser puesto bajo custodia en su residencia, y solamente si sus pares así lo deciden se pueden suspender sus fueros y solo en ese caso podrá ser procesado por el delito cometido.
La historia reciente nos muestra además que los pedidos de desafuero –para senadores o diputados– pueden perderse en una maraña de intereses políticos.
Es decir, los senadores tienen un buen salario e inmunidad, los que les son otorgados para que precisamente hagan su trabajo sin enfrentar dificultades. Pero ellos faltan a sus deberes sin siquiera respetar el reglamento interno que les exige comunicar cuándo no van a asistir a la sesión. En las últimas convocatorias se ausentaron 25, y solo tres justificaron sus ausencias.
Uno de los legisladores que justificó su inasistencia es el liberal Ramón Gómez Verlangieri, quien no estuvo presente en las dos últimas sesiones, del jueves 2 y el jueves 9 “por motivos particulares”. El trascendental motivo era asistir en los Estados Unidos a la Copa América.
La rabona ya es una práctica común y está viciada por intereses que nada tienen que ver con el interés de lograr el bienestar de todos los paraguayos. En la última sesión muchos de ellos estaban en el edificio, pero no asistieron a la sala. Ellos, simplemente, no forman cuórum cuando quieren evitar el tratamiento de algún tema, y lo hacen de manera alevosa. Por ejemplo, la ausencia masiva en la sesión pasada permitió la ampliación por 30 años más para la empresa constructora Tape Porã de la concesión de la ruta 7, esta vez por la vía de la sanción automática.
Además de dejar correr los tiempos para sanciones automáticas de leyes, el Parlamento también se convierte en el cuadrilátero para negociar apoyos para renovar la mesa directiva o pasar facturas al presidente del Congreso, etcétera.
El funcionamiento de esta Cámara de Senadores es una vergüenza para el país. Ningún trabajador paraguayo tiene sus privilegios: Ganan G. 32.774.840, se reúnen solo cuatro veces al mes y no sufren descuentos en sus salarios cuando se ausentan sin aviso.
En este país es costumbre repetir –cual mantra– que solo el trabajo podrá sacar adelante al Paraguay. Los senadores deberían dar el ejemplo y recordar que la paciencia de la ciudadanía también tiene un límite.