“ALMA va mejorando año a año. Hay un montón de resultados científicos impresionantes, sobre todo en temas de astronomía moderna”, dijo el responsable del observatorio.
El radiotelescopio empezó a realizar observaciones astronómicas hace cinco años, cuando tenía instaladas 16 antenas de las 66 que posee actualmente en el Llano de Chajnantor, a 5.000 metros de altura cerca de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile.
ALMA escudriña el universo usando radiotelescopios, lo cual le permite detectar las longitudes de onda milimétricas y submilimétricas, aproximadamente mil veces más largas que la luz visible.
Esto ha permitido realizar interesantes descubrimientos en la formación de planetas en torno a estrellas o la observación de discos protoplanetarios de gas y polvo que rodean las estrellas jóvenes, explicó Cox.
Y según el astrónomo lo conseguido hasta ahora es sólo el comienzo, pues se ha logrado con pocas horas de observación y con un número reducido de antenas.
“Hoy trabajamos con 50 antenas a la vez y hay proyectos con más horas de observación que permitirá investigaciones más profundas con mayor sensibilidad”, señaló el director de ALMA.
Durante el próximo ciclo de observación astronómica, que empezará en octubre, ALMA unirá fuerzas con otros radiotelescopios de distintas partes del planeta para observar el universo con una precisión inédita hasta el momento que según el científico, permitirá identificar “una pelota de golf en la Luna”.
La técnica consiste en combinar los datos de varios telescopios para formar un radiotelescopio virtual con un tamaño igual a la distancia geográfica comprendida entre ellos.
ALMA se unirá con otras instalaciones de Estados Unidos, México, Europa y el Polo Sur para lograr una línea de base de 10.000 kilómetros, frente a los 16 kilómetros de las 66 antenas del observatorio en Chile, señaló Cox.
Otro de los proyectos en cartera es el estudio del agujero negro supermasivo ubicado en el centro de la Vía Láctea y avanzar en el análisis del gas interestelar.
Según Cox, los radiotelescopios permiten detectar las moléculas de más de 200 componentes del gas interestelar, que juega un papel fundamental en la aparición de vida.
