El fuerte operativo policial que desalojó el “barrio del crac” el domingo dejó incertidumbre y preocupación, y su principal efecto fue, según sus críticos, dispersar el narcotráfico por el país.
Unas pocas personas deambulan por las esquinas ahora controladas por la Guardia Municipal Metropolitana. Vecinos reclaman haber sido expulsados de sus viviendas de forma arbitraria y comerciantes intentan rescatar lo que resta de sus locales tapiados.
“Imagínate despertar con un revólver en la cara”, dice Eduarda de Lima, quien vive desde hace 12 años con sus dos hijos pequeños en una pensión del barrio. “No nos dijeron nada, los policías entraron con armas, tumbando puertas, amenazando”, cuenta a la AFP al recordar la acción que involucró a casi mil policías.
El crac llegó a la capital económica de Brasil hace casi tres décadas y se convirtió en un problema de salud pública.
Según datos de la Confederación Nacional de Municipios, 193 de los 644 municipios del estado de São Paulo tienen un problema “alto” por consumo de la droga. Y 20% de las ciudades brasileñas están en la misma situación.