El lunes crucé por la Plaza de la Libertad, una de las cuatro principales del centro capitalino, y quedé sorprendida por su estado decadente, y por una montaña de basura que adornaba el sector que da hacia la calle Oliva.
Por supuesto, fotografié semejante adefesio de la Capital Verde. Y es que, ciertamente, Asunción lo es.
Pero este atributo se debilita por el estado de abandono en que se encuentra, por la ineficiencia de la Municipalidad y, en gran medida, también por la falta de educación de la gente que a diario ingresa al centro y actúa con absoluto desprecio hacia los espacios y cosas que son de carácter público.
La combinación es perfecta: quienes deben preocuparse y ocuparse por mantener en óptimas condiciones la ciudad no lo hacen bien –de hecho están ocupados en la actual campaña proselitista–, y quienes deben colaborar para evitar que se deteriore, ensucie y dé pena no están educados siquiera para arrojar la basura a un cesto dispuesto para ello (si es que hay).
La teoría de la ventanas rotas (criminología y sociología urbana) dice que si hay un edificio con una ventana rota, si esta no se repara cuanto antes los vándalos van a terminar de quebrarla por completo y hasta de romper otras más. Lo mismo ocurre con un lugar donde hay basura acumulada.
La gente contribuirá con más y más desperdicios, el sitio será cada vez menos insalubre y atraerá a otro tipo de actos. Esto es lo que se ve en esa pequeña porción asuncena: la Plaza de la Libertad. Allí desapareció el césped, no quedan plantas ornamentales, cada vez hay más vendedores ambulantes y menos iluminación. Una imponente estatua está manchada con escritos, las pocas sillas de los lustrabotas están despintadas y maltrechas.
¿Llegará el bacheo milagroso que la visita del papa Francisco está obligando a realizar, en forma extraordinaria, a las autoridades de la Comuna asuncena, de Luque y otras que se atraviesan camino a Caacupé?, pregunto.
Y temo que la respuesta sea que, en realidad, el Operativo Maquillaje priorizará los lugares por donde circularán el Papa y comitiva, y en los alrededores de los sitios donde el sucesor de Pedro se encontrará con los feligreses.
La cosmética municipal no alcanzará para los arreglos provisorios de tantos espacios que precisan de una gran intervención, que incluya campañas de concienciación sobre el uso amigable y civilizado de lo público. Algo que debe ser permanente para lograr cambios de actitudes. Esto es algo que, lastimosamente, la venida del Papa no podrá producir.