El susto de las encuestas despertó el insólito interés de Lilian Samaniego en defender el derecho de los afiliados liberales a tener un candidato propio. Convertida en vocera del descontento ajeno, sostuvo que “Mario Ferreiro ocupa el lugar que legítimamente correspondería a un liberal”. Esta preocupación suena más falsa que algunos de los perfiles cartistas que aparecen en el Facebook.
Wildo Almirón, apoderado de la ANR, fue más franco. Dijo: “No cometeremos el mismo error del 2008 cuando habilitamos a un ministro de la Iglesia para competir por la presidencia de la República. La concertación va a morir el lunes”. En realidad, murió varios días antes, con la decisión del PLRA de no convocar sus internas. Podría decirse que la estratagema jurídica del Partido Colorado dio resultados, pero hay algo más.
Todo comenzó con la constatación de que Arnaldo Samaniego podría ganar fácilmente las internas de su partido, pero no a Mario Ferreiro en las elecciones generales, sobre todo si este es apoyado por una concertación de varios partidos y movimientos opositores. La estrategia fue recurrir a acciones dudosamente legales para impedir la inscripción de la figura de la concertación. Los opositores, a su vez, se ven obligados a diversos artilugios jurídicos para mantener la candidatura de Ferreiro. Lo que podría parecer una jugarreta, una avivada jurídica, aprovechando mayorías políticas en instancias judiciales, es una herida enorme a la institucionalidad del sistema electoral paraguayo.
Si se impide con malas artes que un candidato participe de las elecciones, las consecuencias serán graves. Una de las pocas hazañas cívicas de las que podemos jactarnos en este cuarto de siglo de democracia política es haber construido una estructura electoral confiable. Para un país que venía de décadas de elecciones stronistas amañadas y repletas de fraudes en todas las etapas del proceso comicial, esto no fue poca cosa.
Elección tras elección, pasamos de ser el hazmerreír electoral del continente a uno de los países con mayor rapidez en la información de los resultados. Estas trabas seudojurídicas a la participación de un candidato constituyen un retroceso espantoso, del que no hay que culpar al Partido Colorado, sino al cartismo. La ANR como institución nunca trató el tema de impugnar la concertación. Simplemente su presidenta, hermana de Arnaldo Samaniego, dio la orden de accionar a los apoderados del partido. Por cierto, ¿no le parece que lo que está pasando refuta un poco el argumento de que Ferreiro es el candidato de Cartes?
Los Samaniego tienen razón en tener miedo, pues la administración de la ciudad fue deplorable. Todos los políticos sienten miedo de perder una elección. Lo que no tienen es el derecho a producir daños inmensos a nuestra frágil institucionalidad democrática.