El Señor comienza dándole una respuesta general: Guarda los mandamientos. Y los enumera: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás... Él respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi adolescencia... ¿Qué me falta aún?, recoge San Mateo.
El Maestro, con una voz que tendría una entonación particular, le dijo: Una cosa te falta aún. Una sola… Anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres... Luego ven y sígueme.
“El adolescente abiit tristis se retiró también entristecido: no quiso corresponder a la gracia”. Se marchó lleno de tristeza, porque la alegría sólo es posible cuando hay generosidad y desprendimiento.
El papa Francisco, a propósito del Evangelio de hoy medito: “Una vez les pregunté: ¿Dónde está su tesoro? ¿En qué descansa su corazón? (cf. Entrevista con algunos jóvenes de Bélgica, 31 marzo 2014). Sí, nuestros corazones pueden apegarse a tesoros verdaderos o falsos, en los que pueden encontrar auténtico reposo o adormecerse, haciéndose perezosos e insensibles.
El bien más precioso que podemos tener en la vida es nuestra relación con Dios. ¿Lo creen así de verdad? ¿Son conscientes del valor inestimable que tienen a los ojos de Dios? ¿Saben que Él los valora y los ama incondicionalmente?
Cuando esta convicción desaparece, el ser humano se convierte en un enigma incomprensible, porque precisamente lo que da sentido a nuestra vida es sabernos amados incondicionalmente por Dios.
¿Recuerdan el diálogo de Jesús con el joven rico? El evangelista Marcos dice que Jesús lo miró con cariño, y después lo invitó a seguirle para encontrar el verdadero tesoro.
Les deseo, queridos jóvenes, que esta mirada de Cristo, llena de amor, les acompañe durante toda su vida.»”
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal y S.S. Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2015-http://es.catholic.net/op/articulos/17688/el-joven-rico.html -)