Luego de 27 años un Vicario de Cristo visitaba nuevamente nuestro país. Las autoridades de la capital espiritual, que reúne a miles de personas cada 8 de diciembre con la festividad de la Virgen Serrana, preparaban cada detalle para el gran día.
Sin embargo, no escondían temor por la posibilidad de que la ciudad de Caacupé se vea desbordada por la cantidad de personas que anunciaban su visita al lugar desde distintos puntos del país y también desde diferentes lugares del mundo.
Monseñor Claudio Giménez declaraba ante la prensa que “la zona del Santuario será una lata de sardina en esos días” y los preparativos no se detenían.
Se realizaron mejoras en el Santuario, que fue declarado Basílica, con una inversión de G. 200 millones aportados por los feligreses.
Ancianos, enfermos y creyentes en general organizaban su presencia en la capital de la fe paraguaya, para participar de un momento con el Papa.
Cinco mil servidores aproximadamente se alistaron para resguardar a los fieles que llegarían en los días previos para buscar una ubicación preferencial y ver al Pontífice en algún lugar de los seis mil metros que recorrería en el papamóvil desde el kilómetro 48, también conocido como Kurusu Peregrino, hasta la Basílica, dos horas antes de la misa.
Los medios de comunicación llevaban tiempo transmitiendo minuto a minuto lo que sucedía en el departamento de Cordillera, lugar que ganó fama mundial, a su vez, gracias a los móviles en vivo de poderosas cadenas televisivas de la región e incluso de Europa.
Así se vivía, un año atrás, la histórica visita de Francisco, quien se despidió después de unos pocos pero intensos días.
Según cuentan, durante su estadía en Caacupé, prometió volver.