Uno de los gestos más conmovedores durante la movilización del lunes a la noche, en la Plaza de Armas de Asunción, fue cuando varios jóvenes se acercaron de entre la multitud hasta la valla que rodeaba al edificio quemado del Congreso y obsequiaron flores a los policías que estaban custodiando el local.
Ese simbólico acto de ofrenda en favor de la pacificación del país significaba mucho y podría interpretarse como una forma de diálogo que un sector de la ciudadanía está encarando con resultados mucho más positivos, mientras las principales autoridades y los protagonistas políticos de la crisis aún no lo están logrando.
Desde la noche del viernes, en que tras el atropello cometido por los 25 senadores que aprobaron ilegalmente el proyecto de enmienda, se produjo una primera reacción de manifestantes, que derivó en una violenta represión policial, seguido por el incendio del edificio del Congreso por parte de algunos vándalos, el ataque policial ilegal a la sede del Partido Liberal Radical Auténtico y el asesinato a sangre fría del joven dirigente liberal Rodrigo Quintana, la cuestión de estar en contra de la enmienda dejó de ser solamente la lucha de un grupo político, para pasar a ser cada vez más una reivindicación ciudadana.
Una clara demostración fue la gran concentración de personas en la Plaza de Armas capitalina, en la noche del lunes, en un acto que esta vez no fue convocado por los opositores y disidentes políticos, sino por los propios ciudadanos indignados, a través de las redes sociales en internet. En esa oportunidad, el mensaje de la ciudadanía contra Cartes, Lugo, Llano y los 25 senadores resultó claro: desistan de la enmienda y restablezcan la quebrada institucionalidad democrática.
Esta misma movilización fue replicada por pobladores de varias otras localidades del interior del país, como Ciudad del Este, Presidente Franco, Hernandarias, Concepción, Villarrica, San Estanislao, Pedro Juan Caballero, Santa Rosa, San Juan Bautista, Carapeguá, María Auxiliadora, entre otras ciudades, todos compartiendo el mismo clamor. A ello se suman los diversos actos de escrache o repudio ciudadano contra los 25 senadores, así como la decisión de los dueños de varios locales comerciales y gastronómicos de negarles el acceso.
Sin embargo, hasta ahora los referentes del Gobierno y del Partido Colorado, principalmente el presidente Horacio Cartes y sus aliados, Fernando Lugo y Blas Llano, parecen no entender el mensaje de la ciudadanía y persisten en su plan de consumar la ilegalidad.
Habrá que ver cuánto más de movilizaciones y conflictos deberá sufrir el país, hasta que se impongan la racionalidad y la cordura.