El encuentro es una iniciativa de la líder de facto del gobierno, la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, quien ha puesto la paz como una de sus prioridades tras acceder al poder a través de unas elecciones que pusieron fin a décadas de regímenes militares.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, participará en la sesión inaugural de la conferencia, que durará cinco días y terminará sin comunicados o declaraciones finales, y reunirá en Naipyidó a 1.800 invitados entre representantes del gobierno, Ejército, guerrillas y observadores internacionales.
Ban reiteró el apoyo al proceso democrático en Birmania (Myanmar) liderado durante años por Suu Kyi, en una comparecencia anoche junto a la premio Nobel de la Paz tras llegar a la capital del país.
“El pueblo de Myanmar, al margen de su etnia, religión o situación económica quiere mejores oportunidades económicas y sociales en un entorno donde todo el mundo se sienta libre, igual y seguro”, dijo Ban según un comunicado de la ONU.
Una mayor autonomía es la reivindicación principal de casi todas las minorías étnicas de Birmania, incluidos chin, kachín, karen, kokang, kayah, mon, rakáin, shan y wa, y que juntas representan más del 30 por ciento de los 48 millones de habitantes del país.
Unas 18 guerrillas participan en las discusiones, que durarán cinco días y terminarán sin comunicados o declaraciones finales, y de la que no se esperan grandes acuerdos más allá de crear confianza y encaminar el país hacia la reconciliación, la paz y la unidad.
Los ausentes serán el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar, el Ejército de Liberación Nacional Ta’ang y el Ejército Arakán, cuya presencia fue vetada por el Ejército mientras los rebeldes no entregasen las armas.
En la reunión tampoco se abordará la situación de la minoría musulmana rohingya, cuyos miembros no son reconocidos como ciudadanos birmanos sino como inmigrantes bengalíes pese a que muchos de ellos viven en el país desde hace generaciones.
Unos 120.000 rohingya viven confinados en 67 campos en el estado Rakhine, en el oeste, y sufren todo tipo de restricciones desde el brote de violencia sectaria en 2012 entre esta minoría y la mayoría budista de la región que causó al menos 160 muertos.
Ban aprovechó la comparecencia con Suu Kyi para expresar su preocupación por la situación de este colectivo en los campos de desplazados y para instar al gobierno a reconocerles la ciudadanía.
“No es solo una cuestión del derecho a la identidad de la comunidad rohingya. Se trata de que toda la gente de Myanmar, de todas las etnias y bagaje, deberían poder vivir en igualdad y armonía junto a sus vecinos”, indicó Ban.
“Cualquier persona que ha vivido durante generaciones en este país debería tener el mismo estatuto legal y ciudadanía que cualquier otra”, añadió.
El gobierno birmano anunció hace una semana que creará una comisión para abordar la violencia sectaria y el desarrollo en Rakhine que estará presidida por el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan.
Birmania ha estado gobernada por generales desde 1962 hasta 2011, cuando empezó una transición tutelada por los militares que desembocó en las elecciones del 8 de noviembre de 2015 que ganó el movimiento democrático de Suu Kyi.