28 mar. 2024

El fútbol, el disfraz para esconder los pagos a partidos políticos brasileños

Río de Janeiro, 24 abr (EFE).- El fútbol, el deporte por excelencia en Brasil, y la infinita corrupción enquistada en la sociedad brasileña, quedaron unidos en el gigantesco escándalo surgido alrededor de la petrolera estatal Petrobras.

Fotografía de la sede de la constructora Odebrecht en Sao Paulo (Brasil). EFE/Archivo

Fotografía de la sede de la constructora Odebrecht en Sao Paulo (Brasil). EFE/Archivo

Varios de los exdirectivos del grupo Odebrecht que pactaron con la Justicia brasileña delatar la corrupción en Petrobras a cambio de una rebaja en su condena, entregaron documentos en los que se disfrazan los pagos a 19 partidos políticos con equipos de fútbol brasileños.

Además, cada cargo político era identificado con una posición dentro del terreno de juego.

Así, el Partido de los Trabajadores (PT), que gobernó Brasil entre 2003 y 2016, fue bautizado como Flamengo, el equipo más popular del país, no se sabe si por el color rojo que comparten ambos o porque el club carioca es favorito entre las clases bajas, igual que la formación que lidera Luiz Inácio Lula da Silva.

El segundo equipo con más aficionados de Brasil, el Corinthians de Sao Paulo, era el conservador Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que precisamente domina el estado de Sao Paulo, el más rico y poblado de Brasil, desde 1995.

El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), del presidente Michel Temer, era el Internacional de Porto Alegre, otro de los clásicos equipos brasileños y que este año purga su primer descenso en la Serie B.

Durante los años de Gobierno del PT, el PMDB se ganó la fama de gobernar desde la sombra, con coaliciones con el partido de Lula y Rousseff pero sin llegar a asumir el poder: casualmente, el Inter de Porto Alegre, pese a ser uno de los ‘gigantes’ del fútbol brasileño, no gana la liga nacional desde 1979.

Una de las asociaciones descubiertas entre equipos de fútbol y partido político que requieren menos investigación para descubrir el por qué de la elección es la del Sport de Recife y el Partido Socialista Brasileño (PSB).

El principal fortín electoral del PSB es el estado de Pernambuco (nordeste de Brasil), cuya capital es Recife.

El Partido Progresista (PP), de centro-izquierda e identificado con el color azul, fue comparado con el club brasileño más azul de todos: el Cruzeiro de Belo Horizonte.

También el color sirve para identificar otra asociación: la del Partido Verde (PV) con el Coritiba, equipo que tiene el verde en su camiseta y que además es de Curitiba, la capital regional de Paraná (sur de Brasil) y considerada la ciudad más ecológica del país.

El Partido Laborista Brasileño (PTB, por su sigla en portugués) fue identificado con el Vasco da Gama, el equipo tradicionalmente de los inmigrantes portugueses que buscaron un mejor futuro en Brasil.

El Palmeiras de Sao Paulo era el Partido Popular Socialista (PPS) y el Atlético Mineiro de Belo Horizonte, conocido por ser el “equipo del pueblo” en su estado de Minas Gerais, daba nombre al izquierdista Partido Socialismo Obrero y Libertad (PSOL).

El Partido Comunista de Brasil (PCdoB) era identificado como el Bahia de Salvador, el Partido Social Cristiano (PSC) era el Náutico de Recife, el Partido Social Democrático (PSD) era el Botafogo de Río de Janeiro y el Partido Republicano Brasileño (PRB) era el Santos.

El Gremio de Porto Alegre daba nombre al PDT (Partido Democrático Laborista), el Santa Cruz de Recife era el Partido Republicano del Orden Social (PROS) y el Remo de Belém do Pará era el Rede.

Además, todos aquellos políticos que no tenían partido eran identificados como ABC, uno de los equipos de la ciudad de Natal (nordeste del país).

Según los documentos, los cargos políticos eran comparados también con las posiciones de un equipo de fútbol.

El presidente del país era el delantero centro, los gobernadores eran los centrocampistas, los senadores eran atacantes, los diputados federales se identificaban como volantes y los diputados regionales como defensas, mientras que quienes no tenían cargo pero formaban parte de algún partido se conocían como porteros.

La única incógnita que queda por resolver es saber por qué los directivos de Odebrecht, constructora nacida en Salvador, sólo usaron uno de los dos grandes equipos de la ciudad, el Bahia, y se olvidaron del Vitória, el otro club del municipio que juega también en la Serie A brasileña.

Pau Ramírez

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