25 abr. 2024

El ex combatiente que luchó contra los bolivianos “py’aju”

Ya quedan pocos los que aún pueden contar la historia de lo que ocurrió entre los años 1932 y 1935. Don Isidro Cubas es uno de los ex combatientes de la Guerra del Chaco que aún quedan en el mundo terrenal y viven para apreciar la suerte con la que corrieron para estar hoy día contando la experiencia de vida en los campos de batalla centrados en el Chaco paraguayo. Aquí el relato de uno de los guerreros guaraníes que lograron la victoria del país contra Bolivia.

DSC_0512.JPG

Don Isidro Cubas, uno de los ex combatientes que aún viven para contar su experiencia como guerrero. Foto: Magdalena Britos.

Por Magdalena Britos

ÉL QUERÍA CONOCER CÓMO ERA LA GUERRA

Al llegar a la casa de una de sus hijas, Marina Cubas, la sorpresa fue grande, don Isidro ya se encontraba con su mejor gala esperando a contar su experiencia de vida como luchador.

Nació en 1917 y de muy joven, en 1934, “quería conocer cómo era la guerra”, así que no dudó para alistarse y desde su ciudad natal, Villarrica, tomar rumbo hacia lo desconocido, tal vez hacia su muerte; el miedo no fue impedimento para tomar esa decisión, que fue una mezcla de curiosidad y valentía, heroísmo y amor a la patria.

Con su mirada llena de recuerdos, el ex combatiente manifestó que recuerda muy bien el momento en el que informó a sus padres acerca de la decisión que tomó: “Nadie lloró en el momento, pero cuando subimos al tren para ir a la Guerra todos comenzaron a llorar”.

EL MIEDO DE LOS BOLIVIANOS ANTE LA VALENTÍA GUARANÍ

Embed

“Iñarruinado hikuái (eran inútiles) porque ha’ekuéra hi’arma porã oreko, de sorpresa roho”, relató con sonrisas al recordar a sus adversarios bolivianos, a quienes los catalogó de “py’aju” (miedosos), ya que tenían las mejores armas y municiones, pero no sabían usarlas.

“La paraguayo ko hova’atã (caradura). Ifusil opa la imunisión oimea machétepe oguerreata (Los paraguayos son caraduras. Si terminan sus municiones aunque sea con machete va a luchar)”, expresó don Isidro.

Recuerda como Pacheco el terreno que hoy se denomina Mariscal Estigarribia, sitio en donde la lucha de bolivianos y paraguayos floreció.

“JAIKO A LA SUERTETE”

Entre balas y cañones, don Isidro pintó el escenario como un campo de batalla en donde los bolivianos los superaban en número, en armamento y en municiones, pero que la valentía, astucia y coraje de los paraguayos era mucho mayor.

“Los que salieron vivos tuvieron la suerte de salir vivos porque no venían las balas por ellos. Yo, al último fui disparado en mi cuello. Los doctores ponderaron que no llegó hasta mi garganta la bala y seguía vivo para contarlo. Ajejokua guasu peteĩ trápope (Tenía atado un trapo por mi cuello)”, relató mostrando el sitio exacto en donde la bala llegó hasta él.

Esa bala hizo que volviera a la capital en 1935, después de casi una semana, para que fuese operado, situación que no le permitió volver a la guerra antes de que acabara.

CUANDO EL MOMENTO APURA A UN SOLDADO

Don Isidro reconoció que, en un momento dado, cuando quedó sin municiones y como arma solo le quedaba una bayoneta, aprendió a usarla en la desesperación.

“Ndaipurukuaái, ndaikuaái mbeguemi o mba’éicha aikutuva’erã (No sabía usar, no sabía si despacio o cómo tenía que clavarles). Amopinguepaite la itrompetilla entero ipaletakuápe ha upei ndaikatuvéi anohẽ (Le metí todito hasta la trompetilla de mi escopeta y se trancó entre su paleta y después no podía sacar más)”, recordó sobre el momento en el que en apuros tuvo que salvar la situación a pesar de su falta de conocimiento en la utilización del arma.

“He’i chéve la che irũ: ¡Embokapúna hese!, ha ambokapu mante (Me dijo mi compañero: ¡Dispará por él!, y disparé)”, expresó don Isidro.

Recuerda tantas anécdotas de la época que lo volvió un héroe, a pesar de la crítica situación en la que un joven de solo 17 años debía convertirse en un hombre sin miedo a matar para sobrevivir.

Embed

EL AGUA, UNA RELIQUIA EN LA GUERRA

El ex combatiente hasta hoy día, al tomar un vaso de agua, revive los momentos en los que pasaba sed en las áridas tierras del Chaco Paraguayo, en donde el líquido vital era un artículo de lujo.

El agua escaseaba a cientos de kilómetros de la capital. Cocinaban “kumanda” solo si tenían el líquido para preparar, el famoso “cornevet” era uno de los alimentos que consumían entre los soldados con alguna que otra galleta que llegaba entre las municiones desde Asunción para mantener en pie a los soldados.

LA CONTRASEÑA

"¿Nde itaky?” era la pregunta que se hacían entre soldados cuando no se conocían pero se cruzaban en campos inciertos de batalla; la contraseña utilizada, según don Isidro, servía para identificarse como paraguayos.

BOQUERÓN

Recuerda con mucho dolor que en la batalla de Boquerón la cantidad de fallecidos fue incontable, “heta oñemano upepe”. Fue una de las batallas más sangrientas de la historia y aunque don Isidro no fue partícipe de la misma, sus compañeros de batalla que pasaron por esos lares lo pusieron al tanto del episodio.

EL MOSQUITERO DE LA RENDICIÓN

Un mosquitero blanco colgado por un palo señalizaba la rendición de los soldados bolivianos ante los paraguayos.

EL UNIFORME QUE LLEVÓ CON ORGULLO

De color verde musgo, zapatones y sombrero, el uniforme de los soldados paraguayos, se cubría entre las malezas de las tierras áridas del Chaco, en donde muchos bolivianos fallecieron por la falta de conocimiento del terreno y la poca preparación para la guerra.

COMPAÑEROS DE BATALLA

Recuerda claramente con quiénes permaneció unido para sobrevivir a la lluvia de balas y cañones.

De pura coincidencia, una de sus hijas se casó con el hijo de su compañero de batalla, con el cual se reencontró minutos antes de la boda. Ocasión en que don Isidro no esperó para sentarse y charlar de aquellos momentos que marcaron sus vidas.

Embed

“Itujama, ndaikuaavéima chupe (Yya estaba viejo, ya no lo conocía), Bonifacio Rojas, de Ciudad del Este”, recordó.

Salvador González es otro de sus compañeros de lucha a quien recuerda con mucho cariño, ya que fueron inseparables en la catastrófica situación. El mismo, según don Isidro, reside en Piribebuy.

No podía faltar la pregunta de si recuerda a sus superiores en el campo de batalla. “Teniente segundo, pilarense, Águedo Cáceres; teniente primero Arsenio Riveros, de Caapucú, y capitán Jara Pastor”.

UNA PARTE DE SU GRAN FAMILIA

El ex combatiente tiene 13 hijos, siete mujeres (dos fallecidas) y seis varones. Festejó su cumpleaños número 100 en mayo de este año.

Marina Cubas, una de las siete hijas de don Isidro, no pudo contener las lágrimas al ser consultada sobre el valor de tener un padre como él: un guerrero nato. “Estoy feliz de tenerle vivo todavía a mi papá”, expresó emocionada.

Viviana Invernizzi es una de las incontables nietas de don Isidro. La misma aseguró sentirse orgullosa de tener a un abuelo guerrero, pero a la vez lamentó la falta de apreciación por parte de las autoridades hacia los que dejaron todo en el terreno de guerra por el Paraguay.

“Para ellos (los ex combatientes) lo más importante es el detalle y el cariño nomás ya de la gente, no la parte económica. Él (don Isidro) se pone muy feliz cuando vienen a visitarlo. Siempre nos contaba su experiencia, en especial cuando toma agua y se recuerda de cómo pasaban por el Chaco”, manifestó.

Embed

Agregó que su abuelo, don Isidro, adora que vayan a visitarlo, en especial si la llegada va acompañada de un rico chipa so´o, su minuta favorita.

Pocos conocen a aquellos guerreros que lucharon por conservar las tierras de nuestro país. Los relatos de las experiencias vividas por cada uno de ellos quedaron como legado de tan sangrienta guerra, que llevó no solo la vida de soldados paraguayos, sino también de sus pares bolivianos.

El 12 de junio de cada año se conmemora la Paz del Chaco, fecha en que culminó una de las más cruentas guerras de Sudamérica, en la que más de 30.000 paraguayos perdieron la vida defendiendo el suelo guaraní.

Más contenido de esta sección
Si hay algo que las mapaternidades y personas cuidadoras se cuestionan constantemente es si están haciendo las cosas bien. La respuesta es clara, aunque aceptarla puede ser complicado: la realidad es que no se sabe. Para entender mejor de dónde surgen estas dudas y cómo manejarlas, decidimos consultar con una voz experta en psicología infantil, la licenciada Belén Espínola.
El acto de regalar es un gesto cargado de empatía y conexión. Más allá del intercambio de objetos, simboliza el aprecio y el reconocimiento de la otra persona. ¡Y cuánto más si se trata de obsequios con propósito, con cuya compra apoyamos una causa comunitaria! Conocé a Nuestras Manos, una tienda con valor social.
A Jorgelina Cabrera (69) la vida le dio el mandato de criar tres hijos, tres hijas, ocho nietos y cuidar a una madre (96) –en cama desde hace 13 años– durante 24 horas, 7 días a la semana. En el país, el trabajo doméstico no remunerado e invisibilizado representa una carga horaria de 28 horas semanales para ellas. ¿Quiénes cuidan a las que cuidan?
Esta tradicional feria del libro binacional se constituyó como un espacio de identidad cultural que aboga por la descentralización de las producciones y los y las escritoras. El intercambio activo que se da en este sitio contiene un gran valor sociocultural, y consiste en una apuesta que cada año se renueva, hacia la industria literaria regional.
Previo a la existencia del gran museo de ciencias del Paraguay, el MuCi, llega San Cosmos, un planetario digital de alta tecnología para apreciar la magnitud del universo a través de shows para todo tipo de público. El cofundador y presidente del MuCi, Dave Peery, nos comenta más sobre la realización de este proyecto de alta envergadura e importancia para la divulgación científica en el país.
El 14 de febrero se festeja el Día de los Enamorados y en esta nota te contamos cinco historias de amor que valen la pena leer.