Pero a pesar de estar a la defensiva en su propio terreno, los yihadistas disponen todavía de capacidad para cometer terribles atentados fuera del califato, ya sea en Francia, Bélgica o Turquía, donde las autoridades sitúan al EI como principal sospechoso del ataque suicida contra el aeropuerto Atatürk de Estambul, en el que murieron 45 personas.
A ello el EI ha sumado una campaña de terror con ejecuciones públicas como decapitaciones, lanzamientos desde edificios, apedreamientos, amputaciones, quemar vivos a los prisioneros o enterrar vivos a los niños.
En Siria, en el último año, el EI ha visto cómo se ha reducido el espacio que domina del 50% al 30% del país.
Esta pérdida de terreno se ha producido en los últimos meses por las ofensivas lanzadas por las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza kurdo árabe apoyada por EEUU, y el Ejército del régimen sirio, respaldado por la aviación rusa.
Algunas de las derrotas más importantes del EI han sido en la provincia central de Homs, donde los radicales perdieron frente a las fuerzas gubernamentales sirias la emblemática ciudad de Palmira.
También en Irak, el grupo extremista se ve acosado en su bastión de Mosul y otras zonas del norte del país, donde irrumpió en junio de 2014.
El jefe del Comité de Seguridad del Consejo de la provincia septentrional de Nínive, de la que Mosul es capital, señaló a Efe que el poder del EI sobre el terreno se ha desvanecido en los últimos seis meses, al perder el control de amplias zonas a manos de las fuerzas iraquíes.
La última gran derrota del EI es la pérdida de Falluya, emblemática ciudad iraquí. efe