25 abr. 2024

El día después, el problema de gobernabilidad

Por Alberto Acosta Garbarino Presidente de Dende

Dicen que la política es un juego que tiene dos tiempos muy diferentes; en el primer tiempo, deben obtenerse los votos necesarios para ganar las elecciones, y, en el segundo tiempo, debe construirse el poder necesario para impulsar las políticas públicas prometidas en la campaña electoral.

En América Latina donde en varios países existen partidos políticos hegemónicos –el Peronismo en la Argentina, el PRI en México y el Colorado en el Paraguay– la única forma en que la oposición pudo derrotarlos en las urnas fue por medio de amplias alianzas electorales.

Esto también ocurrió el pasado 15 de noviembre en las elecciones municipales de nuestro país, donde alianzas electorales hicieron posible el triunfo de Mario Ferreiro en Asunción y también –para sorpresa de todos– de Luis Yd en Encarnación.

Estas dos alianzas electorales se enfrentaron a candidaturas coloradas apoyadas en Asunción por el presidente de la República, por ministros y por presidentes de empresas públicas, y, en Encarnación, por el vicepresidente de la República, por el gobernador e incluso, por directivos y funcionarios de Yacyretá, entidad que es tremendamente influyente en la capital de Itapúa.

Por diferentes motivos estas dos victorias electorales han generado un gran entusiasmo en amplios sectores de la ciudadanía; pero al mismo tiempo, han generado un gran temor hacia futuros problemas de gobernabilidad.

Este es un término muy utilizado en la jerga política, pero sobre el cual existen las más variadas definiciones. Para algunos existe gobernabilidad cuando hay un equilibrio dinámico entre las demandas sociales y la capacidad de respuesta de las autoridades; para otros, existe gobernabilidad cuando las autoridades tienen la capacidad efectiva de conducir los procesos sociales.

Si tomamos la primera definición –el equilibrio entre las demandas y la capacidad de respuesta– vemos que en Asunción, por ejemplo, las demandas de la ciudadanía son enormes. Entre otros problemas y por culpa de más de 20 años de parálisis en inversiones en infraestructura, hoy, las calles se encuentran llenas de pozos y el tráfico está colapsado.

Aún disponiendo Mario Ferreiro de amplios recursos –que no tiene– es prácticamente imposible que en cinco años pueda satisfacer esa demanda insatisfecha.

Si tomamos la segunda definición –la capacidad de conducir los procesos sociales– vemos que para que esa conducción sea efectiva, la nueva autoridad electa tiene que tener mayoría en la Junta Municipal.

Mario Ferreiro podría lograrlo si es capaz de construir una alianza entre los 6 fragmentados partidos y movimientos políticos de la oposición que han ganado una banca en la Junta Municipal. Si consigue hacerlo tendrá el 54%, pero enfrente tendrá al Partido Colorado con un 46%.

En el caso de Encarnación la situación es más dramática para Luis Yd, que tiene una Junta Municipal compuesta por 8 representantes del Partido Colorado, 2 del PLRA y 2 de Tekojoja. Su oposición, el Partido Colorado, tiene el 66% de los votos, con capacidad para bloquear toda iniciativa, incluso para destituirlo.

El gran problema que ha existido en América Latina y también en el Paraguay es que los partidos de oposición al partido hegemónico han pensado solamente en el primer tiempo del juego político que es ganar las elecciones y nunca han pensado en el segundo tiempo que es gobernar.

Por eso los acuerdos son solamente acuerdos electorales para ganar el poder ejecutivo y no acuerdos para gobernar, donde se definan los planes de acción y se intente construir una mayoría en el Poder Legislativo, que lo haga viable.

En las actuales condiciones, la gobernabilidad tanto para Mario Ferreiro como para Yd requerirá de acuerdos mínimos con el Partido Colorado.

Si no los logran, esa gobernabilidad va a ser bastante complicada.

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