El referido informe y los propios datos oficiales dan cuenta de la difícil situación laboral de la juventud. Muchos jóvenes empiezan trabajando a temprana edad sin la protección exigida por la ley. Esto los excluye de por vida de finalizar la secundaria y conseguir posteriormente mejores oportunidades laborales.
Por otro lado, la mayoría de los jóvenes mayores de edad que deberían estar plenamente ocupados, no encuentran trabajo, trabajan menos tiempo del que querrían, no están incluidos en la seguridad social ni ganando el ingreso establecido legalmente.
El trabajo es la principal fuente de ingresos de la mayoría de la población, pero también es una de las principales formas de integración social y económica, ya que permite generar relaciones gremiales y laborales, acceder a los mercados de vivienda y crédito y a la seguridad social. De ahí su importancia a lo largo de toda la vida, no solo en el periodo de trabajo remunerado, sino también para la tercera edad.
La calidad de vida presente y futura tiene directa relación con la trayectoria laboral de las personas desde que se convierten en mayores de edad. Esto hace que la problemática laboral deba ser objeto de políticas públicas y especialmente en la juventud, que es el momento en el que se sientan las bases para el acceso a un trabajo decente.
La escasa preocupación por la problemática laboral en el país se refleja en la inexistencia de programas dirigidos al empleo y a la creación de empresas, y menos aún focalizados en la juventud.
Si bien existen el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) y el Sistema Nacional de Formación Técnica y Laboral (Sinafocal) con muchos recursos financieros, su impacto es bajo debido principalmente a la poca vinculación de sus acciones con las necesidades del mercado.
El país no puede darse el lujo de mantener la situación actual del empleo juvenil. Estamos en el famoso periodo de bono demográfico, momento para fortalecer las capacidades educativas y laborales de los jóvenes, pero eso requiere políticas activas, integrales y de amplio alcance.
Necesitamos un sistema de formación técnica y laboral que forme a la juventud en las demandas que requiere el mercado, programas que vinculen a los jóvenes capacitados a puestos de trabajo decentes y que apoyen a quienes deseen crear sus emprendimientos con créditos y asistencia técnica, un mecanismo eficiente de intermediación laboral y capacidad de los entes fiscalizadores para el cumplimiento de las normas laborales vigentes.
Si no cambiamos en el presente la situación de los jóvenes, el Paraguay moderno y desarrollado que aspiramos será solo una expresión de deseo, ya que en estas condiciones serán los pobres del mañana.