Por Sergio Cáceres Mercado | caceres.sergio@gmail.com
Con escenas y una banda sonora que remiten a Tarantino y Robert Rodríguez, todo se concentra en las peripecias que estos delincuentes deben sortear en lo que para ellos es el trabajo de todos los días. Como absolutamente todos los personajes son corruptos, aparece una chica para recordarnos que no todos están metidos en algo turbio; pero su paso es fugaz (y por cierto, con una performance actoral muy pobre en comparación al resto del elenco).
De estos asesinos profesionales, hay uno que resalta por su pintoresquismo y eficacia: Gatillo. Este tiene toda una filosofía de vida que aplica a su actividad de delincuente, y en cada diálogo tiene unas “salidas” que arrancan siempre la carcajada del espectador. El resto de sus colegas no se queda atrás: cada uno tiene su perfil bien trabajado y demarcado. Sin embargo, al concentrarse el guión en resaltar el folclorismo de estos personajes y el submundo en el que se mueven, pierde el foco en la trama central, la cual se entiende a fuerza de ciertas escenas que nos recuerdan dónde estamos parados y qué es lo que realmente está ocurriendo.
El guión desenfocado y con huecos que el espectador debe llenar, es una falla muy sensible en la película. Esto contrasta con aspectos técnicos, sean visuales y sonoros, que nada tienen que envidiar a los extranjeros. El manejo de los actores es encomiable y los protagonistas resaltan por su soltura, en especial Javier Enciso, quien está impagable.
Luna de cigarras se encuadra en los títulos nacionales que quieren retratar el mundo delincuencial, tan real y opresivo para todos. No se ha centrado solo en lo urbano, sino que también muestra la conexión con el campo, haciéndolo con la ayuda de una bella fotografía y tomas aéreas editadas magníficamente.
No ha salido redonda la producción, porque a nuestro entender falla un componente esencial: el guión. El final se venía venir, aunque la moraleja no tanto. Quizá es hora de que nuestros guionistas empiecen a mostrar sus trabajos y los directores y productores a tenerlos en cuenta. Finalmente, hay que celebrar el estreno de una producción de esta magnitud y apoyarla yendo a verla a los cines que le dan cabida. Ahora le toca el espectador paraguayo hacer su parte.