A tantos años de las grandes guerras, estas tierras siguen pobladas de valientes, de hombres y mujeres a los que no les tiembla el pulso a la hora de... escribir lo que se les ocurra en las redes sociales.
Todo se juzga desde la corajuda posición del anonimato. Desde allí, cientos de miles dan cátedra de moral y de buenas costumbres.
La última víctima de este tribunal mediático fue el novio de la joven estudiante de Derecho baleada por un criminal que le atacó frente a su casa para robarle el bolso.
La escena fue capturada por una cámara de seguridad.
En ella se ve cuando la chica es abordada por el delincuente, quien, con un arma en la mano, forcejea con la joven para arrebatarle la cartera mientras un cómplice aguarda a unos metros en una motocicleta.
El novio sale de la casa en ese mismo momento, ve la escena y se mete corriendo nuevamente, para luego volver a salir apenas unos segundos después.
Imposible saber qué pasó realmente por la cabeza del muchacho cuando se encontró con la novia forcejeando con un desconocido que tenía un arma en la mano.
¿Entró para pedir socorro?
¿Pensó que la novia le siguió?
¿Fue una reacción de pánico?
¿Por qué volvió a salir inmediatamente?
No hay forma de saber cómo reaccionará una persona común ante una situación extraordinaria para la que nunca fue preparada.
Se puede juzgar la acción de un policía, de un militar o de cualquiera que haya sido entrenado para enfrentar una acción de peligro determinada, pero no la reacción de personas comunes en situaciones extremas.
Habrá quien se congele de pánico, otros asumirán actos de coraje suicida y algunos lograrán mantener la suficiente calma como para obrar inteligentemente minimizando los riesgos.
Lo cierto es que nunca podremos saber cómo actuaría cualquiera de nosotros ante una situación de este tipo hasta que nos ocurra, y de esperar que ello jamás suceda, que nunca tengamos que descubrirlo.
Por eso me pareció de una crueldad imperdonable que la última víctima de los tribunales virtuales, de esos que montan cibernautas escudados en su mayoría tras cuentas anónimas, fuera este joven que sufrió una experiencia atroz con la novia y que, como si ello no fuera suficiente, fue sometido luego al escarnio en las redes.
De pronto, el ciberespacio criollo se pobló de aguerridos internautas dando clases de lo que debería o no haber hecho este muchacho.
Y no faltaron, por supuesto, las versiones de unos y otros sobre el papel que les cupo desempeñar cuando su valor fue puesto a prueba.
En fin, dime de qué te jactas y te diré de qué careces.
