Lo que se ha constatado en los años anteriores es la existencia de una cultura ciudadana que, en general, se encuentra poco apegada a la limpieza. Ese patrón de pensamiento se traduce en la escasa valoración que posee la higiene como instrumento de bienestar de las personas.
Las campañas del MSP y las municipalidades, desde la aparición en escena del portador del dengue, el mosquito Aedes aegypti, han puesto énfasis acerca de la necesidad de que todos los sectores sociales cooperen para mantener a raya el flagelo que, en su estado más grave, puede llegar a causar incluso la muerte de las personas.
Ese mismo transmisor llega ahora con la posibilidad de portar también la chikungunya, caracterizada por dolores articulares más severos y prolongados que los provocados por el dengue.
Para enfrentar lo que viene, además de los mensajes a través de medios de comunicación, el Ministerio y las municipalidades cuentan con su estrategia de trabajo consistente en visitas casa por casa, las advertencias a los vecinos para que corten las malezas de sus yuyales, intervenciones de cuadrillas municipales y la Fiscalía para la limpieza de patios baldíos cuyos propietarios son renuentes a seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Está comprobado, sin embargo, que todas esas acciones del sector público carecen del suficiente poder de persuasión porque no han provocado un cambio sustancial de la conducta de la gente en relación a la importancia de la prevención.
A pesar de repetirse con insistencia la recomendación basada en la higiene como forma de impedir la proliferación de los insectos blanquinegros voladores, es notorio que permee muy poco en aquellas personas a las que apunta más directamente, por carecer de suficiente conciencia, de que la suciedad es sinónimo de enfermedad, y la limpieza, de salud integral.
Como no se han logrado establecer patrones de comportamiento internalizados que se ponen en marcha sin necesidad de que se recuerden, sino solamente disparados por la responsabilidad ciudadana, hay que ver con qué estrategias se pueden conseguir resultados duraderos en la personalidad individual y colectiva.
La educación formal de niños y adolescentes es un área que hay que explotar mejor si se quiere construir una sociedad apegada a la limpieza. Si en las aulas aprenden las buenas prácticas con respecto a la relevancia de la limpieza en la vida de las personas, la convertirán en hábito transmitiendo su actitud a sus padres y ejercerán un sano control para mantener vigentes los cánones de la higiene.
El pronóstico para los meses que se avecinan indica que habrá mucha lluvia por el fenómeno del Niño. Esta es una razón más para reforzar la idea de que cada uno tiene que ser protagonista de la limpieza en su ámbito de dominio. Hay que convencerse de que con el recurso de la higiene como previsión cada uno y el país saldrán ganando.