25 abr. 2024

El barrio donde vivimos

Antonio Espinoza Socio del Club de Ejecutivos

Antonio Espinoza

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Para las personas, los barrios donde viven son geográficos, están localizados, con limites definidos, aunque quizás algo difusos. Como los vecinos son generalmente de nivel socioeconómico similar, pueden hacer comparaciones razonablemente válidas entre sí: el jardín más florido, la vereda más cuidada, la mejor o peor arquitectura. Estas comparaciones estimulan a las familias a superarse para estar a tono con los vecinos. Una comparación con alguien muchísimo más rico tiene menos efecto: la fortuna justifica las diferencias, entonces el estímulo para mejorar es menor.

Con las naciones ocurre algo parecido, pero en este caso la localización geográfica es menos significativa. Nuestro país tiene vecinos con grandes diferencias de tamaño, población e ingresos per cápita. Más vale mirar a todo el mundo y cotejarnos con países de poblaciones e ingresos similares a los nuestros, observar su desempeño, y de estas comparaciones extraer aprendizajes y metas que son logrables con nuestro nivel de recursos.

El índice de progreso social*, que se publica anualmente, evalúa la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo humano de los habitantes de 128 países, a través de cincuenta indicadores. Recientemente se publicó la versión 2017 del índice, en el cual el Paraguay se ubica en el rango medio, con la posición 60 entre los 128 países. Dinamarca logró el primer lugar, seguido de Finlandia, Islandia y Noruega. Al otro extremo se ubican la República Centroafricana, Afganistán y Chad, todos países castigados por sangrientas guerras y violencia.

Podemos extraer de estos 128 países un subconjunto de los 13 que más se nos asemejan en ingreso y población. Estos son, en orden ascendente de ingresos: Bolivia, Guatemala, El Salvador, Jamaica, Jordania, Georgia, Namibia, Ecuador, Túnez, Mongolia, Albania y Líbano. Este, entonces, es nuestro barrio, y estos son los vecinos con quienes podemos compararnos.

¿Cómo estamos? En la mayoría de los indicadores estamos a medio camino entre los mejores y los peores. En algunos nos destacamos por hacer las cosas bastante mejor, y en otros bastante peor, que la media de estos vecinos. Estamos mejor en acceso a la electricidad, pero peor en la calidad del suministro eléctrico.

Nos aplazamos catastróficamente en el tratamiento de aguas servidas, con solo el 0,74% de estas siendo tratadas. Nos va relativamente bien en libertades personales, y también en tolerancia e inclusión, que nos compromete a esforzarnos por mantener estas calificaciones. Es penoso, sin embargo, comprobar que fracasamos en asegurar el futuro de nuestra juventud, estando mal en acceso a conocimientos básicos, por la baja matriculación en la educación primaria y secundaria. Asimismo, por disparidad de género en la matriculación secundaria, y con un bajísimo promedio de educación universitaria, careciendo además de universidades de calidad mundialmente reconocidas.

La pregunta que entonces debemos hacernos es: si nuestros vecinos del barrio –con ingresos y poblaciones similares a los nuestros– pueden hacerlo, ¿por qué no nosotros? Joe Biden, Sr., el padre del ex vicepresidente de los EEUU del mismo nombre, decía: “No me hables de tus valores; muéstrame tu presupuesto y yo te diré cuáles son tus valores”. Estamos en proceso de elaboración y aprobación del Presupuesto General de la Nación para el año 2018, y debemos reflexionar si realmente refleja nuestros valores. ¿Valoramos la educación de nuestros jóvenes? ¿Valoramos un ambiente limpio y sano? ¿Valoramos un suministro eléctrico confiable, que inspire confianza en potenciales inversores? ¿O valoramos más el despilfarro prebendario y clientelista?

En el barrio donde vivimos, nuestros vecinos, algunos más pobres que nosotros, pueden lograr mejores indicadores. Con voluntad política, también están a nuestro alcance. Adoptemos el eslogan de campaña de Barack Obama: “Sí, podemos”.

*www.socialprogressindex.com