19 abr. 2024

El auge esotérico

Uno puede negarlo, burlarse y mostrarse totalmente escéptico, pero es un hecho que en este mundo se mueven figuras que desafían el pensamiento racional para indagar en el futuro y creen poder influir en la vida mediante la magia. Conozca más de esta realidad alternativa.

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Revista Vida

Por Natalia Ferreira Barbosa / Fotos: Javier Valdez

Desde el origen de los tiempos está presente la figura que sirve de intermediaria entre los dioses, o un mundo que va más allá de la razón, y los seres humanos. Los egipcios tenían al sacerdote que hacía el papel de teólogo, médico, astrónomo y a veces hasta de mago; también se le confiaba la interpretación de los sueños. Los griegos tenían el oráculo, que era la respuesta dada por los dioses por medio de una profetisa llamada Pitia. Mientras que el Senado romano acudía a un arúspice, un adivino que profetizaba el futuro a partir de entrañas de animales.
Hoy tenemos versiones modernas de todo aquello. Basta con mirar las páginas de periódicos en la sección de Clasificados para encontrar una gran variedad de personas que se autodenominan curanderas, hechiceras y brujas; y hasta chamanes que prometen, por ejemplo, recuperar el amor perdido en cuestión de horas. La oferta es amplia: están quienes dicen utilizar la magia blanca y los que no tienen reparos en admitir que recurren a la magia negra. Es un llame ya, pague y el poder del vudú recaerá sobre quien desee. Esto solo es la punta del iceberg de un mundo esotérico habitado por brujas que se comunican por WhatsApp o chamanes que pagan IVA.
Aunque lo esotérico esté asociado a lo oculto y hasta a las sombras, hay quienes no le temen a la luz. En vez de hablar de clientes, hablan de pacientes y los atienden desde sus consultorios. Estas personas aseguran encomendarse al servicio de los demás mediante diversas mancias (técnicas para predecir el futuro).
Expertas en el amor
Sobre la avenida Francisco Acuña de Figueroa —mejor conocida como Quinta— hay una residencia de color bordó. En la entrada nos recibe una secretaria que nos invita a aguardar en la sala de estar a las profesoras Kiara y Andrómeda. Tras unos minutos se abre una puerta y las mentes gemelas nos reciben en su consultorio, donde se levanta el altar de la reina Pomba Gira, como ellas la llaman. La estatua de tez oscura está engalanada con joyas de oro. A sus pies no falta una copa y comida preparada en el día, y está rodeada de cientos de finos perfumes, licores de todos los tamaños, champán, bombones, cigarrillos y rosas; son parte de las ofrendas de sus devotos, personas agradecidas por sus favores. A ella se encomiendan quienes se dan a conocer como las hermanas Kiara y Andrómeda, dos brujas oriundas de Perú que no tienen verrugas ni escobas. Ellas se llaman a sí mismas las brujas del amor y practican la interpretación de los sueños (oniromancia), lectura de las cartas del tarot (cartomancia), adivinación mediante las líneas de las manos (quiromancia) y vudú blanco para curar y sanar, explican. Aseguran ser descendientes de chamanes: “Nacimos con el don de ver el aura de las personas, porque somos videntes”, argumentan.
“El amor es el principal motivo por el que la gente acude. Siempre fue una alegría y también un dolor de cabeza. La mayoría de las personas viene buscando recuperar la felicidad perdida”, detallan.
Para ambas, es de lo más corriente recibir personas que piden el bloqueo sexual de sus parejas infieles, el cual aseguran puede durar hasta siete meses. Para sus rituales utilizan más que oraciones: velas, yerbas, fotografías, prendas, uñas, cabello... “Son armas suficientes para que nosotras podamos trabajar. Ahora, por ejemplo, una mujer de 78 años me pidió que le haga un amarre con un muchacho de 25", revela Kiara sonriendo.
Echando cartas
Hay quienes lo primero que aprenden a jugar con las cartas es casita robada. Otros tienen una introducción más particular, echando la suerte con barajas españolas bajo la tutela de una gitana. Lo que empezó como un juego para la niña, se convirtió en su pasión y un anhelado sueño. Este es el caso de Floria Acosta, quien se presenta como Mamacha de Ogum, astróloga y tarotista.
Ella trabajó durante 30 años en el Poder Judicial y a la salida de sus ocupaciones solía dedicarse a la astrología. Recién cuando se jubiló consagró todo su tiempo a lo que considera su pasión: ayudar a sus pacientes, como denomina a quienes llegan buscando adivinar el futuro y el presente.
Esta mujer de semblante sereno cuenta que, cuando tenía 33 años, tomó parte de un ritual conducido por maestros africanos, que la habilitó para la lectura de buzios (sistema de adivinación con caracoles). A partir de esta práctica, ella asegura que puede determinar el ángel de la guarda de cada persona, algo que le sirve para conectarse con el futuro.
“La astrología, para nosotros, es una ciencia con la cual se pueden mirar las condiciones futuras de cada individuo, para que de acuerdo a eso se tomen decisiones importantes. Son los movimientos de los planetas alrededor de la Tierra los que nos orientan”, dice. Floria aclara que no es vidente: “No veo el futuro a través de la persona. Yo, a partir de un elemento material, ya sean piedras, caracoles o cartas, puedo mirar lo que tenés adelante”, afirma.
Los motivos de consulta de sus pacientes son variados: estudiantes que se preparan para los exámenes de ingreso de carreras como Economía, Derecho, Enfermería o Medicina y desean saber qué probabilidades de éxito tienen o si necesitan prepararse más; jóvenes que acaban de egresar de la secundaria y buscan orientación sobre qué carreras seguir (usualmente acuden acompañados de la madre); adultos que buscan respuestas sobre su situación laboral. Pero la principal preocupación de la gente es la familia, asegura la astróloga. “Nosotros trabajamos sobre la parte magnética de la persona”, señala.
Más que suerte
Las personas que tocan la puerta de Fidel Villalba, lo hacen para encontrarse con su faceta de astrólogo y parasicólogo: el Chamán de Mendoza. Él afirma que quienes acuden buscando su auxilio, “son personas que están hartas de promesas e ilusiones, que ya no creen más en nadie”. También asegura que llega junto a él gente adinerada que se siente vacía, con problemas matrimoniales, o bien parejas que creen estar embrujadas, “cuando en realidad ellas están obrando mal entre sí”.
“Eso a lo que la gente llama payé o brujería, son fenómenos paranormales. El ser humano es muy receptivo a las energías negativas y positivas. A muchas personas les cuesta salir de la energía negativa y entonces comienzan a sentirse mal. Esa gente recurre a mí”, comenta.
Él asegura poder despojar a las personas de esa energía mala mediante oraciones y unos perfumes que prepara con flores de Bach. Mendoza dice ser un experto en unión de parejas, aunque aclara que él no realiza los denominados amarres, “porque si un ser humano no quiere a otro, no hay que forzarlo. El amor debe ser mutuo, porque o si no, a la larga, la relación fracasa”.
Ojo crítico
Quienes acuden junto a estas personas tienen como principales motivaciones la salud, el dinero y, por sobre todo, el amor. Esto tiene su razón de ser: “En la escala de factores estresantes de los seres humanos —explica el sicólogo José Britos—, la pérdida de la pareja es el que tiene mayor nivel de intensidad, incluso después de la muerte o enfermedad de los hijos. En todas las culturas, la relación de pareja es la que más hace sufrir. Por eso se entiende que la mayor cantidad de consultas se relacionen con esa área del ser humano”.
No son solo mujeres las que acuden a los llamados brujos, astrólogos o chamanes: los hombres también van y el número de ellos ha ido en aumento en los últimos tiempos. Es una tendencia que se mantiene. El hecho de que la persona tenga educación superior no es un impedimento para acudir a estos espacios: allí van médicos, banqueros, políticos, militares, personajes de la farándula, ganaderos o futbolistas, cualquiera sea la religión que profesen.
Así como hay personas que siguen tratamiento médico y paralelamente acuden a astrólogos, lo mismo sucede en el campo de la sicología, desde la experiencia del especialista José Britos. “Tengo pacientes que hacen tratamiento conmigo y ellos no consideran incompatible al esoterismo; al contrario, lo ven como un complemento. Entonces, si cambian algo por su propio esfuerzo, por efectos de la medicación o el tratamiento sicológico, atribuyen esta mejoría a un poder que no existe”, indica.
El terapeuta opina que es un error que causa daños en la persona, no en el resultado inmediato, sino en su estilo conductual en general. “La persona tiene la convicción de que los cambios ocurren mágicamente y eso la hace más vulnerable todavía”, considera. Britos se refiere a que las personas que buscan este tipo de ayuda generalmente ya agotaron todos sus recursos para solucionar un problema importante y su nivel de sufrimiento emocional o físico es extremo. “Entonces, cuando aparece una figura que les promete una solución casi perfecta, caen. Estas personas aprovechan la vulnerabilidad ajena para sacarle todo lo que tiene con tal de someterle al tratamiento, entre comillas. Y ese problema por el que acudió va a persistir, porque no hay una solución mágica; y si la hubiera, la estaríamos aplicando. No es que haya un sector de la población que se dedique a la investigación científica y sea ciego ante ciertos fenómenos. Si funcionasen la magia, la astrología y las prácticas esotéricas, se estarían enseñando en las universidades”, aclara José.
Por otra parte, del lado de quien busca estas soluciones se evidencia una conducta de evitación, de acuerdo con el sicólogo, al no hacerse cargo de la propia responsabilidad en determinados problemas. Y quienes acuden al mundo esotérico habitualmente evidencian una conducta disfuncional y de riesgo, no como una sicopatología, sino que se convierten en personas sugestionables.
Aun cuando se imponga el peso de la razón y la ciencia, hay fuerzas que se mueven constantemente dentro del mundo esotérico. Y eso va más allá del entendimiento. Al menos por ahora.
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Amuletos populares

Velas: cada color representa un arcángel que tiene una misión. Las personas se las llevan para realizar pedidos.

Sales marinas: diluidas en agua, se las utiliza para descargar las malas energías.

Incienso: se emplea para atraer la suerte, el dinero, el amor y la paz, y limpiar el ambiente.

El ojo turco: usualmente lo cuelgan en las casas contra la envidia.

Medalla tetragrámaton y Clavícula de Salomón: muy demandadas para la protección.

Baños corporales: los que sirven para atraer el amor son los favoritos, especialmente entre las mujeres.

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¿Realmente
funcionan?

Los que ejecutan las prácticas místicas están seguros de que funcionan, que sus pacientes pueden dar fe de ello. Pero desde el punto de vista sicológico, ¿cómo podría explicarse el funcionamiento exitoso de estos tratamientos? El sicólogo José Britos describe el porqué. “Está lo que se conoce como efecto placebo. Por ejemplo, si poseo dos fábricas y tengo problemas financieros, voy junto a un brujo. Él me dice que estoy con un maleficio y que tengo que deshacerme de una de las fábricas y quedarme con la otra. La vendo y resulta que tengo más capital, lo invierto y me dedico solo a una, y tengo éxito. Y le doy la razón a ese pase mágico”, ejemplifica el sicólogo.
Otra opción explicativa es la Teoría de la disonancia cognitiva de Leon Festinger: “Si yo pagué muy caro por un tratamiento, es mucho más consonante y tranquilizador ver los efectos positivos del mismo. Voy a buscar los efectos positivos y los voy a encontrar. Eso es mucho más tranquilizador que darme cuenta de que gasté mi dinero en vano”.
El especialista también habla de los casos en los cuales las enfermedades físicas o sicopatológicas remiten de forma espontánea. “Sabemos que para el manejo del dolor, uno de los procedimientos que funcionan es la distracción. Entonces, cuando más atiendo una zona que me duele, aumenta el dolor. Por el contrario, cuando me distraigo, duele menos o me olvido, aunque el problema persista”, indica Britos.

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Persistencia histórica
A pesar de todos los avances científicos de los últimos siglos, para muchos resulta incompatible que las prácticas esotéricas continúen vigentes, por lo que atribuyen su continuidad a la ignorancia de la gente que acude. Existen dos corrientes de pensamiento: una es la racional de la modernidad, la cual sostiene que el ser humano hace su propio destino y que el progreso está en sus manos. La otra es el pensamiento sobre el destino y la suerte, que de alguna manera marca la vida de las personas. Es la creencia de que uno puede manipular el mundo espiritual para conseguir favores o hacer daño o beneficio. Son maneras muy distintas de ver el mundo, de acuerdo con la antropóloga Marilin Rehnfeldt.
Ella no sabe precisar si finalmente estamos en la modernidad y si eso significa realmente que uno hace su propio destino, porque finalmente uno depende de la clase social a la que pertenece, de la educación que recibió, de la familia, de factores políticos y económicos que están más allá del ser humano. La corriente de la fortuna y lo racional perviven dentro de la sociedad y no solo en la nuestra. Esto se refleja en la cantidad de religiones y sectas que existen en el mundo. “Es también por la inseguridad e incertidumbre que tiene la humanidad, que busca aferrarse a cosas. ¿Cuántas cosas no hacemos en pos de la creencia del más allá? La creencia de que otros seres dominan nuestra vida y podemos manipularlos para que nos hagan un favor. Lo mismo sucede con esta costumbre de ir a Caacupé y pagar promesas. Estas cosas no van a desaparecer, porque son las formas que tiene el hombre para lidiar con la incertidumbre. Hay quienes pueden racionalizarlo y otros que no. Cuando las sociedades están más desestructuradas y existe más anomia social, hay un esfuerzo grande del ser humano de buscar certezas y se busca este tipo de cosas”, sostiene la antropóloga.