El sicariato volvió a sacudir la zona fronteriza con Brasil en el Departamento del Amambay, evidenciando que esta industria sigue vigente a pesar de los esfuerzos de las autoridades para combatirla.
La noche del domingo, a unos 8 kilómetros de la ciudad de Pedro Juan Caballero, dejaron abandonada una camioneta en cuyo interior hallaron el cadáver de dos hombres que habrían sido ejecutados. Uno de ellos es Rodrigo Bello, de nacionalidad brasileña, y el otro, Julio Martínez; entre los dos recibieron 38 impactos de bala, ya que el primero acusó 23 tiros y el segundo 15 en distintas partes del cuerpo.
Los investigadores sostienen que el que conducía la camioneta habría detenido la marcha cuando en un momento dado, junto a su acompañante, recibieron los disparos provenientes de la parte trasera de la camioneta, y fallecieron en el lugar.
El comisario Walter Gómez, jefe de Policía del Departamento del Amambay, que trabaja hace 10 meses en la zona, reconoció que es estresante trabajar en el lugar y que se hace difícil combatir al crimen organizado. “Es lo más estresante que puede haber; hay una presión infernal, porque a uno le golpea como ser humano. Uno no se acostumbra a los casos de sicariato”, explicó el jefe policial, que precisó que estos son los dos primeros casos del mes de agosto y que, si bien reconoció que le dan algunos días de respiro, siempre hay novedades.
Contratista de sicarios. Para el comisario Gómez, uno de los puntos más complicados para combatir en la zona de la frontera es la industria del sicariato, que cada vez está más avanzada.
El jefe policial mencionó que la modalidad que utilizan para la contratación de los matones hace muy complicado el trabajo de los investigadores. “La mayoría de los sicarios son de Brasil, pero también ya existen los matones paraguayos, que son en su mayoría jóvenes que están metidos en la droga, que no quieren trabajar, que son reclutados por contratistas de sicarios”, expresó Gómez. El jefe policial refirió a cómo funciona la industria: Un jefe de sicarios recibe el dinero para un trabajo; le dan las instrucciones y la paga. Luego, este llama subalternos a quienes encomienda la misión. Estos ni siquiera saben por quién fueron contratados, según explica el jefe policial.
La mayoría de las ejecuciones están ligadas al narcotráfico, pero en el caso ocurrido este fin de semana la fiscala Katia Uemura sostuvo que podría estar ligado a un conflicto por tierras. La representante del Ministerio Público seguró que no se tiene con precisión aún el trasfondo del hecho, porque se está en plena etapa investigativa.