Fidel Castro falleció en La Habana en la noche del viernes, y con ello se cerró un capítulo que marcó de forma definitiva la historia del continente en el siglo XX. Ícono de la Guerra Fría desafió a Estados Unidos erigiendo un bastión comunista a 150 kilómetros de sus costas.
El presidente de EEUU, Barack Obama, saludó al viejo adversario en una nota oficial en la que extendió “una mano de amistad” a los cubanos por la desaparición física del líder.
“La Historia registrará y juzgará el enorme impacto de esta singular figura en las personas y en el mundo a su alrededor”, manifestó el mandatario estadounidense, en una referencia a su discurso “La historia me absolverá”, con el cual se defendió ante el tribunal que en 1953 lo juzgó por el asalto al Cuartel Moncada.
En los próximos días los cubanos “recordarán el pasado y también mirarán al futuro. Y al hacerlo, deben saber que tienen en Estados Unidos un amigo y un país asociado”, aseguró Obama.
Sin embargo, el presidente estadounidense electo, el magnate republicano Donald Trump, reaccionó de forma más agresiva en lo que podría ser el preludio de una nueva era de hostilidades entre los viejos enemigos ideológicos.
“Aunque no se pueden borrar las tragedias, muertes y dolor provocados por Fidel Castro, nuestro Gobierno hará todo lo que pueda para asegurar que el pueblo cubano pueda al fin iniciar su viaje hacia la prosperidad y la libertad”, dijo Trump en un comunicado.
“El legado de Fidel Castro es el de los pelotones de fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y la negativa de derechos humanos fundamentales”, aseguró Trump.
Aún no está claro cuál será la política del nuevo presidente estadounidense hacia Cuba, país sobre el que Estados Unidos mantiene desde hace más de medio siglo un férreo embargo comercial, quien se mostró muy crítico con Castro durante su campaña electoral
Su vicepresidente fue aún más lejos, llamando a Castro “un dictador” y asegurando que tras su muerte “amanece una nueva esperanza”.
Con su oratoria oceánica, Fidel atormentó y se enfrentó a numerosos presidentes estadounidenses, empezando con el republicano Dwight Eisenhower (1953-61).
Castro condujo la resistencia a la invasión a Cuba por parte de exiliados entrenados por Estados Unidos, en 1961, y al año siguiente estuvo en el epicentro de uno de los momentos críticos del siglo XX, la llamada crisis de los misiles.
El líder cubano fue el objeto de diversos planes para su ejecución elaborados por órganos de la inteligencia estadounidense, como lo confirmó una comisión del Senado en 1975.
Alejado del poder desde 2006, Fidel expresó su desconfianza sobre el proceso de reaproximación diplomática con Estados Unidos, aunque esa cautela se limitó a escritos en la prensa y nunca obstaculizó las delicadas negociaciones.