Las sanciones, que también incluyen a Irán por terrorismo y a Corea del Norte por sus ensayos nucleares, buscan castigar a Moscú por inmiscuirse en los comicios de 2016, que Trump ganó, así como por la anexión de Crimea por parte de Rusia.
Trump, que estampó su firma a puertas cerradas tras el fracaso de sus intentos de que el texto no prosperara y descongelar así las relaciones con el Kremlin, dejó clara su reticencia en una airada nota en la que mencionó visos inconstitucionales. “La ley sigue siendo gravemente imperfecta, sobre todo porque limita la capacidad del poder ejecutivo para negociar”, afirmó en la declaración.
Según Trump, la ley no solo restringe la flexibilidad del Ejecutivo para hacer “buenos negocios para el pueblo estadounidense”, sino que también propicia un mayor acercamiento entre China, Rusia y Corea del Norte, perjudicando los intereses de Occidente. El texto también prevé un mecanismo sin precedentes que desagrada a la Casa Blanca: los legisladores pueden arrogarse el derecho de intervenir si en algún momento Trump decide suspender las sanciones existentes contra Rusia. afp