Explicando la influencia que tiene la televisión en la educación de los niños, Fernando Savater indica que “el problema no estriba en que la televisión no eduque lo suficiente sino en que educa demasiado y con fuerza irresistible; lo malo no es que transmita falsas mitologías y otros embelecos sino que desmitifica vigorosamente y disipa sin miramientos las nieblas cautelares de la ignorancia que suelen envolver a los niños para que sigan siendo niños”.
Esto que aplica el filósofo español a la televisión puede transpolarse a otros dispositivos tecnológicos al alcance de nuestros niños y adolescentes, tal es el caso de internet. Recordé este pasaje cuando dimensioné cómo había sido consumida la novela 50 sombras de Grey por las jovencitas de hoy.
A diferencia de mi amigo Blas Brítez (quien confesó en su columna pasada que intentó leerla, pero tuvo que abandonarla por ser literatura mediocre), no estaba en mi ánimo ni siquiera hojearla. Pero como se consigue fácilmente en versión electrónica por internet, la exploré utilizando el buscador para encontrar palabras claves. Las escenas “eróticas” se inician con el “desfloramiento” de Anastasia en manos del magnate Christian Grey. Pocas páginas después la inocente Anastasia ya está en pleno sexo oral con Grey. La parte de sadomasoquismo ya no me interesó. Hasta ahí llegó mi curiosidad.
Pero llegó el estreno de la versión cinematográfica y me di de bruces contra la realidad: una amiga cuya hija es amiga de mi hija, descubrió que la suya había leído los tres tomos de la novela. Inmediatamente interrogué a la mía y me confesó que la empezó a leer pero la abandonó en el capítulo 10 del primer tomo, según ella, porque se dio cuenta que se estaba metiendo en un terreno que no podía manejar. Cuando estaba en su apogeo, ella me había dicho que quería leerlo, y le contesté que no porque su edad no era adecuada. Pues bien, hizo lo que la mayoría hace (e hicimos): desobedeció y exploró por su cuenta. Escarbando un poco más, descubrí que muchísimas amigas y compañeras de su edad habían leído la novela sin ningún tapujo. Lo más increíble es que muchas lo hicieron con anuencia de sus padres.
Seamos honestos. El sexo empieza a ser explorado desde la pubertad.
En esta época nuestras hijas leen un best seller en el que se cuenta la historia de amor entre un millonario sádico y una inocente chica, con todas las escenas bien explícitas.
Comento esto para reflexionar sobre la información masiva que recibimos todos, incluidos nuestros hijos, desde internet y otros medios de comunicación. La tarea de ser padres siempre fue complicada; lo es más hoy.